Tsunami Ábalos, Koldo y Puigdemont

Mónica Nombela

Lo aparecido en estos días en los medios a raíz de haberse destapado el caso Koldo-Ábalos está superando todas nuestras expectativas. No paran de salir noticias que vienen a dejar pequeñas las anteriores. El pasado jueves por la noche disfruté del telediario de Vicente Vallés como hacía mucho tiempo que no recordaba haberlo hecho. El periodista estuvo impecable, disfrutamos con lo que contaba de los avatares del exministro y su entrada en el Grupo Mixto del Congreso. Para remate, los Mamés que han ido circulando. Me eché unas risas. Se lo recomiendo, es muy terapéutico. 

Por otra parte, en el caso de la apertura de la causa penal -antes llamada imputación, entendámonos- contra Puigdemont por parte del Tribunal Supremo nos encontramos en una situación de una enorme complejidad, en la que los distintos poderes del Estado se están enfrentando en una lucha titánica. Para chulos ellos, los jueces. De sobra los conozco y les puedo asegurar que el que más y el que menos no consiente que se cuestione su autoridad y que por regla general tienen bastante malas pulgas en el ejercicio de su función jurisdiccional. Casi todos ejercen como si de un mandato divino se tratara. Esta causa penal contra Puigdemont no es sino una manifestación del Poder Judicial, en pleno uso de sus facultades. Recordemos que Sánchez los ha cuestionado y ha pretendido entrometerse en sus decisiones, cuando, muy al contrario, son los jueces y magistrados los que se supone que tienen que vigilar que el Gobierno no se exceda en sus competencias. Y no se lo van a perdonar a Sánchez.

La decisión del Alto Tribunal de procesar a Puigdemont se tomó por unanimidad de la Sala, en la causa contra el político catalán por delito de terrorismo, por su participación de los graves altercados callejeros de Tsunami Democràtic. A juzgar por los destrozos, parece que fueron más tsunami que democràtics.

El Tribunal no tiene dudas de que los hechos que se imputan a Tsunami Democratic se encadenan en el delito de terrorismo callejero, que consolida la doctrina sobre este tipo de delito. La Sala de lo Penal del TS ha refrendado con ello la decisión del titular del Juzgado Central de Instrucción número seis de la Audiencia Nacional, el juez Manuel García Castellón, elevado a la categoría con todo ello -en contraste con lo denostado que ha sido hasta este momento- de héroe. Mi abuelo Santiago a los macarras que participaron en los actos de violencia los habría llamado "demócrotos". Todo esto significa que el horizonte judicial de Puigdemont se está complicando por momentos, y que, en consecuencia, por mucho que algunos cacareen que no tiene nada que ver una cosa con la otra, la imputación del Supremo con la amnistía, la maniobra orquestal de esta ley, servida en bandeja como ofrenda al líder supremo del catalanismo, puede quedar en papel mojado. Inshalá. Recordemos que esta ley tiene como propósito granjearse el apoyos de Puigdemont, para que el Gobierno, cada vez más débil y con menos refrendo exterior, sobreviva. Aunque para mí que este tsunami se va a llevar por delante al Gobierno.

Si bien muchas personas están cuestionando esta decisión judicial, y otros tratan de restarle importancia, es un freno indiscutible a los acuerdos del Gobierno con el político catalán prófugo de la justicia y el blanqueamiento que pretendían del mismo con la mencionada ley de amnistía.

Este caso se suma al que les comentaba el principio de Koldo-Ábalos, un auténtico forúnculo de pus en salva sea la parte, que está a puntito de estallarle al Gobierno de España.

Ciertamente no entiendo como una persona así, con esa pinta de profesor Bacterio o Roldán, es lo mismo, ha podido colarse hasta la cocina de un ministerio como Pedro por su casa -otro Pedro-, según relatan las investigaciones policiales, y tener hasta una cuenta de correo oficial para poder hacer sus tejemanejes. Hay quien dice que Sánchez compartía más que amistad no solo con Ábalos -hoy un apestado político, que puede darnos grandes momentos desde el Grupo Mixto- sino incluso con el propio Koldo. Este personaje parece uno de esos vividores que se aposentan en la política y que en todos los partidos existen, como chupópteros ocasionales que van dando y recibiendo favores, y organizando esos bajos fondos en los que, cuando llega el momento de la verdad, nadie quiere penetrar porque huelen realmente a cloaca.

Esa limpieza de la que presumía hasta ahora el PSOE está en tela de juicio. Recordemos que la tercera autoridad del Estado, Francina Armengol, está también salpicada en la trama de las mascarillas millonarias, que además resultaron ser defectuosas, para más inri. Mascarillas que eran un bien preciado y de primera necesidad, en aquel momento en que nos tuvieron encerrados durante catorce semanas, habiendo hecho uso y abuso el Gobierno de su poder omnímodo, en una situación tan vulnerable para todos nosotros.

Este hecho nos da entender que todo esto es una pelota enorme de algo muy viscoso, pringoso y un poco asqueroso, tipo blandiblú, que no sabemos a quién va acabar salpicando o untando. El Gobierno está en la auténtica cuerda floja. Perdonen si me auto cito, pero hace tiempo escribí otra columna que se tituló “Memento mori, Iglesias”; y ahora vuelve a ser momento para recordar esta vieja máxima latina, que les decían a los emperadores romanos al oído: Memento Mori, Sánchez.