Si piensas diferente quedas cancelado, la verdadera dictadura

Leopoldo Bernabeu
Supongo que aquellos que han venido manteniendo que la prudencia y la formación son los principales baluartes para una existencia más digna y una convivencia mejor, estarán pasando las de Caín. No es necesario esforzarse mucho para darse cuenta de que atravesamos una larga época en la que el más imprudente, dícese botarate e insensato, es hoy el que más posibilidades tiene de triunfar en este maremágnum de sinsentidos en el que hemos convertido nuestra propia convivencia. Por no hablar de la formación, algo que se exige en su máxima expresión para trabajar en cualquier puesto, pero por la que ni siquiera se pregunta cuando alguien pretende alcanzar cuotas de poder tan extraordinarias como el gobierno de una nación.
A los hechos me remito con los evidentes ejemplos del psicópata de Pedro Sánchez y su lugarteniente Leydi cohetes, Yolanda Díaz. Una distopía alcanzada gracias a los votos de una cuarta parte de los españoles, que de no ser porque es tan cierta como la vida misma, jamás hubiéramos creído que una aventura así se hubiera convertido en real por muchos millones que se hubieran invertido en tal película de ciencia ficción.
Entre las muchas desviaciones que se han conseguido con tanta adulteración de la sensatez, entiendo que se encuentra la de no levantar la voz sobre aquello que no te cuadra, al tiempo que miras a tu alrededor y parece que todo el mundo lo ha dado por bueno. Soy de los que se sigue resistiendo a creer a pies juntillas los resultados del 23 de julio. No sólo porque hace demasiado tiempo que vengo escuchando que el escrutinio final estaba en manos de una sociedad controlada a medias por el gobierno y un grupo empresarial de opacos intereses como Indra, sino porque ese mismo día, a la misma hora y con los mismos votantes, se ofrecieron dos resultados tan distantes como distintos. El Partido Popular sacó el 75% de lo votos para el Senado y sólo el 31% para el Congreso. Me hago desde entonces la misma pregunta, ¿no eran los mismos con dos papeletas diferentes?
Para rematar la argumentación, el PSOE de Pedro Sánchez, que ya había recibido un severo varapalo dos meses antes en las municipales, lógicamente de menor dureza al votar a unos munícipes que poca culpa tenían de las mentiras de su jefe, el sentido común se traducía, no ya en una pérdida segura de cientos de miles de apoyos, sino en una debacle desconocida a la vez que merecida para un político que ha demostrado ser capaz de cualquier barbaridad con tal de mantener el cargo. Pues no, Sánchez el mago, consiguió que a sus subalternos los liquidase el pueblo, que a su vez votó al PP masivamente para el senado, al tiempo que se arrodillaba para que él siguiese en la Moncloa. Repito, no me lo creo.
Aún con todo, fueran más o fueran menos, sigo sin comprender que es lo que pasa por la cabeza de esos millones de españoles que han sido capaces de volver a votar a un señor que nos ha mentido y estafado cuantas veces le ha dado la gana desde que alcanzó el poder, desde el primero hasta el último día. Tiendo a pensar que son como una especie de secta, abducida y con un particular síndrome de Estocolmo. ¿Dónde viven, que piensan, a qué se dedican, tienen estudios, trabajan…?
España cumplirá este próximo día 15 de octubre 46 años de la aplicación de la única ley de Amnistía que se aprobó, con toda la lógica del mundo, para que los españoles nos perdonáramos después de una larga dictadura. ¿Cómo se puede estar ahora conforme con que un desquiciado sea capaz de legalizar tamaña felonía con tal de conseguir 7 votos para seguir en el poder, más aún habiéndole escuchado repetir en numerosas ocasiones que él nunca aprobaría algo así?
A mí no me ha engañado. No me hacía falta escucharle en campaña para saber que nada de lo que dijera luego cumpliría. Lo sorprendente es que hay 7.760.970 españoles a los que sí ha vuelto a engañar. O quizás son felices votando a alguien que sabe que les engaña, ya no lo sé.
España no claudicó en julio de 1.997 cuando ETA secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco. Pedían la amnistía para sus asesinos presos. Hoy, el Partido Socialista Obrero Español, está a punto de aprobar esta ignominia para contar con 7 miserables votos que les permitan seguir mandando, y hacerlo además con el apoyo de aquellos que mataron a 853 españoles, muchos de ellos compañeros de filas del actual Presidente del Gobierno. ¿Cuál es la diferencia entre los decentes socialistas que están en contra de esta cacicada y los que no?, el sueldo. No hay más. Y prefiero que sea ese el motivo, porque conozco personalmente a muchos de ellos y me duele ver que voten, en el Congreso o en cualquier ayuntamiento, a favor de una Ley que terminará por minar la moral y la convivencia que tantos años nos ha costado conseguir. El dinero les hace personas indignas y la vida les pasará la factura que merecen.
¿Qué podemos hacer los demás?. No permitir que la sociedad se siga deteriorando. Todo es cuestión de educación. Una educación que nos debe llevar a entender, lo primero, que no debemos dejar las cosas serias, las de comer, en manos de analfabetos hambrientos. Mucho me temo que estamos ante una o dos generaciones difíciles de recuperar, pero de nosotros depende seguir creyendo que podemos revertir la situación. Hay que educar en el esfuerzo a los que vienen para que comprendan que serán mejores y más felices si luchan por alcanzar sus objetivos, que dejándose llevar por la subvención y el control de quienes sin formación, si tienen capacidad suficiente para dominar las mentes débiles. Educación, esa es la clave.
¿Cómo es posible que una nación tan potente a lo largo de su historia como España, haya terminado en manos de un personaje que representa la Triada Oscura?. Pedro Sánchez no va a sentir remordimientos por mucho que le digamos, es un narcisista, un psicópata y un maquiavelo. Es un caso similar al de Vladimir Putin, personajes que debemos combatir con la legalidad vigente conscientes de que jugamos con la inferioridad del que siente y padece. Mentir es su estado natural, el poder es su único objetivo. Por eso gusta de estar rodeado de perfiles tan surrealistas como Yolanda Díaz, una señora a la que produce sonrojo, escarnio y vergüenza ajena escuchar. Cuando no habla de cohetes que se van a llevar a los ricos, dice que somos personas que nos sabemos otear el horizonte. Hemos pasado de los eufemismos de Sánchez, escondiendo siempre la verdad detrás de discursos huecos, a las cursiladas de Leydi cohete. Son el presidente y la vicepresidenta de nuestra nación.
Los españoles tenemos un serio problema, lo saben y lo controlan. Los medios de comunicación, antaño esperanza de la población contra el poder, son hoy empresas privadas en quiebra que necesitan del dinero público para sobrevivir, lo que les convierte en rehenes de un mensaje adulterado que ensancha todavía más la separación entre los políticos y la ciudadanía.
Hasta aquí hemos llegado dejándonos arrastrar tras la comodidad de unos años de bienestar social y crecimiento, creyendo que durarían para siempre y que los malos sólo existían en las películas. La realidad vuelve a superar la ficción, y sino que se lo digan al ex futbolista Alfonso Pérez, al que han quitado su nombre de un estadio simplemente por dar su opinión sobre la realidad del fútbol femenino. Esta es la verdadera dictadura, esa en la que si piensas diferente, quedas cancelado.