Francisco González: “La Ley de Amnistía no es más que una tapadera para tapar cosas todavía más graves”

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La libertad, la igualdad y la justicia, la dignidad humana y los derechos fundamentales, esto es, la democracia no se mantiene por sí sola. No hay magia, ni truco, ni ensalmo para su preservación. En todas partes, siempre, tales valores están amenazados por cadenas como las que, según Rosseau, en todas partes también, aprisionan al ser humano. El logro y el prestigio intelectual del Estado constitucional, ideado para proteger aquellas exigencias universales, sigue intacto. Ninguna otra forma de organización política del Estado la supera, si lo que se desea naturalmente es vivir bajo las antedichas aspiraciones. Cualquier otra fórmula conduce inexorablemente a la tiranía del dirigente y la esclavitud de los ciudadanos.

De un tiempo a esta parte, en España no es la ley -intersección de lo racional con lo justo- la que valida la acción política frente a la Constitución y al Derecho, sino que son los agentes del poder los que quieren decidir no solo lo que es la política, sino lo que es la Ley. La protección de la independencia judicial es condición existencial del Estado constitucional. La decisión del TC sobre la ley de Amnistía será la prueba de fuego de la democracia española.