¿Está el gobierno socialcomunista incentivando el tráfico de seres humanos?

Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"

La invasión de inmigrantes ilegales que está castigando Canarias en las últimas semanas, sin precedentes en la historia y de una gravedad formidable, abre una honda reflexión sobre la responsabilidad de los gobiernos (en este caso el socialcomunista que padece España) cuando lejos de reprimir las ilegalidades, y particularmente los delitos, apuestan la carta de la impunidad incentivando, por tanto, deplorables atrocidades. En el pasado, cuando el ‘efecto llamada’ era infinitamente más tenue, personas desesperadas que salían de la más absoluta pobreza o eran víctimas de las guerras, muchas desnutridas -incluidas mujeres y niños- se echaban a una patera jugándose la vida y previo pago a unas mafias que eran, paradójicamente y entonces, más perseguidas que hoy (tampoco las ONG’s jugaban el rastrero y clandestino papel que ahora juegan).

El cuadro se ha alterado por completo, de medio a medio. Ya no son niños famélicos quienes son arrastrados por sus progenitores en busca de una mejor vida en la Europa desarrollada. Se trata de jóvenes que pagan voluntariamente y gustosos a las mafias a sabiendas de que, en la España de Sánchez y los comunistas, todo para ellos será favorable, simple y rápido: un camino sin una china.

Esta nueva inmigración ilegal, de individuos de los que desconocemos sus antecedentes médicos (posibles y contagiosas enfermedades) y por supuesto penales (posible criminalidad, en general, y terrorismo, en particular), sabe: 1) que en nuestro país habrá abuelos que no pueden encender la calefacción; 2) que en nuestro país habrá enfermos que no pueden hacer frente al coste de su tratamiento; 3) que en nuestro país habrá niños que incluso por la miseria material en su hogar se acostarán sin haber ingerido un mínimo de alimentos para su desarrollo.

Y, al mismo tiempo, esa nueva inmigración sabe que hay unos dirigentes políticos que no sólo les proporcionará comida o ropa (ahora no la necesitan tampoco como antes) sino que les subirá en un avión (hay muchos españoles que no se han podido permitir largos viajes en su vida) y les alojará en un hotel cuatro estrellas (hay muchos españoles que apenas han alcanzado un aseado tres estrellas).

No. No se trata de una cuestión de buenismo o de analfabetismo funcional o de sectarismo o de miopía o de insensibilidad o de gamberrismo para con los españoles del gobierno socialcomunista. Sin duda algo de todo eso hay. Pero es mucho más letal, injusto y nauseabundo.

Se trata de que hay un poder público tomando políticas que arruinan a la población que cumple con la ley, que trituran el bienestar y la seguridad de la población que cumple con la ley… y que es un chollo no sólo para los inmigrantes ilegales sino para las mafias que les catapultan, smartphone en mano, a la España del wifi gratuito, a jauja.

¿Hay algún plan de la oposición para poner coto y fin, ‘de facto’, a esta impúdica y gamberra política de premios a las mafias que desarrollan este tan lucrativo, cambiado y normalizado negocio del tráfico de seres humanos?