Cuando Sylvia Plath encontró a Belén Esteban en Benidorm

Sylvia Plath y Belén Esteban están sentadas en una mesa en el Benidorm Palace y brindan con vino antes de que comience en la sala un espectáculo de magia. “Soy famosa”, confiesa la “princesa del pueblo”. Sylvia le habla de las discusiones con su marido, Ted Hughes. No se entienden —la escritora no habla español, Belén Esteban promete que está “learning” (aprendiendo) inglés—, pero se comprenden. En el mediometraje Sóc vertical però m’agradaria ser horitzontal, de la directora benidormense María Antón Cabot, que se ha estrenado en el festival valenciano Cinema Jove, un día de playa y una noche de fiesta y confidencias hacen surgir una amistad entre una autora “que fue mucho más que la mujer que se suicidó metiendo la cabeza en el horno” y una estrella de la tele “cuya forma de contar las intimidades llega a un montón de gente”.

Benidorm, 1956. En el exterior de una masía en la huerta, una niña toca en la dolçaina la canción tradicional valenciana Ramonet, si vas a l’hort y emociona a dos ancianos. En el interior de la casa, a Sylvia Plath (Odette Galbally) la música y el calor le dan dolor de cabeza. “La luna de miel marcha de maravilla”, le escribe en una carta a su madre, “es un pueblo de ensueño y sentí instintivamente, como Ted, que este era nuestro sitio”. Él duerme y ella decide dar un paseo por Benidorm.

“Plath dejó escrito que fue feliz en Benidorm”, explica María Antón. A pesar de que Alicante le pareció “peor que cualquier Coney Island”, consideró su primera mañana en Benidorm “una pesadilla” y se quejó de las hormigas, el calor, las quemaduras o las enfermedades, la escritora detalló en sus cartas “el resplandor de mar azul, la limpia curva de la playa, las casas y calles blancas inmaculadas”, como recoge la biógrafa Heather Clark en Cometa rojo (Bamba). Pero en sus notas, la autora también habló de “un malestar creciente que va invadiendo la casa como una planta carnívora, necesidad de salir”. Quizá por eso la Plath de la película se lanza al exterior y, de pronto, deja de reconocer dónde está.

El inicio de la amistad

2022. Belén Esteban (Ruth Gabriel) está en la playa y los veraneantes le piden fotos. Allí entabla conversación con una rubia pálida que no habla español y no sabe cómo ha llegado hasta allí, ni que ha viajado en el tiempo. Es el inicio de una amistad en la que a la cineasta “le importan las voces de ellas”, tomadas de los diarios de Plath y de Ambiciones y reflexiones, la autobiografía de Esteban publicada hace una década.

“Para mí lo importante era ese encuentro inocente con alguien a quien no conoces de nada, el que tienen los niños cuando se miran a los ojos y se preguntan ‘¿quieres jugar conmigo?”, explica Antón, que ve rasgos en común entre las dos mujeres como su “literatura confesional” —en el caso de Esteban, televisada— el humor o la vitalidad.