Del ósculo al pezón para blanquear a Puigdemont

Por Saz Planelles

La española, cuando besa, es que besa de verdad, y a ninguna le interesa besar por frivolidad. Así que si a la señora o señorita Hermoso le dio por besar al impresentable de su presidente deportivo, el señor Rubiales, para celebrar el título mundial de España en fútbol femenino, lo hizo como mujer, haciendo uso de su libertad de elección y acción. No veo la diferencia entre que una artista con carrera en declive como Amaral, haciendo uso de su libertad, enseñe sus tetas cincuentonas para intentar relanzar una carrera musical (“sin ti no soy nada”, y sin mis tetas, menos) y que una jugadora de fútbol, en uso de esa misma libertad, bese a un malaje.

Pero la izquierda en este país no sabía cómo gestionar el éxito de un grupo de mujeres que, sin su permiso y con trabajo y esfuerzo, han conseguido la felicidad del éxito en contraposición a la cultura de la turra cazurra ésa de la igualdad y el enfrentamiento feminista, que genera frustración y mala leche.

Pero hete aquí que ha surgido lo del beso. Tras el sumun de la libertad femenina por unas tetas colganderas, al progresismo zurdo de este país le ha venido como beso en el sobaco peludo lo del ósculo de la Hermoso. Y no vale que la jugadora diga que no tiene ninguna importancia y que sólo ha sido un gesto amistoso. Los destructores de la realidad que se refugian en medios de comunicación afines, esa banda de corifeos que le hacen el caldo gordo al Guapo, ha pasado a la acción, jaleados por la Belarra y la Montero, todavía dando guerra, sin olvidar al saltimbanqui, bailarín e ingeniero de la NASA, Miguel Iceta, dicen que ministro de Cultura y Deporte, que es un experto en besos. “Que no pare la música”, Village People. Y la están liando parda para desviar la atención de lo que verdaderamente importa.

Lo que pasa es que los zurdos y las zurdas están poco viajados. Se creen “culturetas” pero son analfabetas. Y analfabetos y analfabetes. Uno, que ya tiene años, destinado en Damasco en el siglo pasado, tras trabar amistad con uno del lugar, un buen día me vi sorprendido porque me agarró de la mano para pasear. Lo miré con asombro y le espeté: “¡Sin mariconadas, eh!” Una frase que después Torrente me la copió para su saga.

Pocos días después pude observar en la valla fronteriza de los Altos del Golán (territorio ganado por Israel a Siria en la guerra de los Seis Días en 1967), a dos muchachotes sirios, con bigote y pelo en pecho, agarraditos de la mano hasta la sombra de los pinos, como canta María del Monte, otra mujer libre, sin sacar pecho y sin prejuicios. Cada uno de los muchachotes con un “kalashnikov”, el AK-47, colgado del hombro, observados con atención por los judíos del otro lado de la valla. En los machistas países árabes, los tíos pasean de la mano y se saludan con dos besos. ¡No es el hecho, idiota, son las mentes podridas!

Los machotes rusos, los hijos de Putin, y por extensión todos los países ahora independientes de la órbita exsoviética, se besan como si no hubiera un mañana antes de chocarse la mano. Y en casi todos los países de esa zona de Europa del norte, los familiares se besan en la boca. Sin lengua, claro. Besos de amistad. Besos de confianza. Y todo lo que cuento lo he presenciado. Y lo sigo presenciando. Padres con hijos e hijas, cuñados y cuñadas, abuelas con nietos y nietas… ¡No son los hechos, idiotas, son las mentes podridas!

Y los chinos y los coreanos, incluidos los malos malísimos de la muerte como Kim Jong-un, el hermoso de Corea del Norte que, como nuestra jugadora campeona del mundo, muestra su alegría a besazo limpio. Aunque éste entre misil va y misil viene. Y bien digo, limpio. Porque ¡no son los hechos, idiotas, son las mentes podridas!, como las de la progresía zurda española, que siempre cree saber lo que está bien y lo que está mal. Lo que, según su criterio, debe ser lo políticamente correcto. Cree que la gente actúa a su imagen y semejanza. Deberían dedicarse un poco más a viajar, con su dinero, claro, y a conocer mundo y costumbres.

Y mientras nos enredamos criticando besos y ponderando pezones, Puigdemont y Sánchez haciendo lo que les sale de los cojones. Y todos a callar, porque es más importante un beso y una teta que el trato y la treta con la que los enemigos de España manejan nuestro futuro.  Se trata de la dispersión intelectual y crítica, del páramo neuronal que arraiga en los pobrecitos subvencionados de la LOGSE. Los zurdos siempre han sido expertos en levantar cortinas de humo para que los árboles no nos dejen ver el bosque. ¡País de aborregados!