València tendrá una ruta de esculturas con los personajes de ficción que han marcado la ciudad

VALÈNCIA. El Ayuntamiento de València impulsará la creación de una ruta de esculturas, a tamaño natural, de personajes de películas y obras literarias ambientadas en la ciudad de València. El proyecto ha sido presentado este martes en el Centro Cultural de la Nau 3 de Ribes, en el Parc Central, por el concejal de Acción Cultural, Patrimonio y Recursos Culturales, José Luis Moreno, acompañado de la directora general de Patrimonio Cultural de la Generalitat, por descendientes de Luis García Berlanga y de Vicente Blasco Ibáñez, así como de numerosos representantes del arte, el audiovisual y del sector del libro de la ciudad.

“Desde el gobierno municipal queremos poner en valor València como escenario de ficción y rendir homenaje a todos aquellos personajes que han contribuido a popularizar nuestra ciudad en el imaginario literario y cinematográfico con el fin de perpetuar su memoria en el tiempo y de que se integren en el paisaje urbano y en la vida cotidiana de los ciudadanos”, ha explicado José Luis Moreno. “En este sentido, el objetivo de esta iniciativa no es otro que facilitar el acceso a la ciudadanía a una pequeña muestra del amplio universo de ficción del Cap i Casal e invitar a adoptar con naturalidad la presencia viva y eterna de dichos personajes”.

Las distintas esculturas que se realicen, en bronce y de carácter figurativo, se situarán en los lugares donde transcurre la trama de la acción, a la misma altura de los peatones, e incluirán códigos QR para el visionado de la escena en cuestión, solicitándose, para aquellas obras que no sean aún de dominio público, la correspondiente cesión de derecho de reproducción. “Unas esculturas que aspiran a ser no sólo una obra artística en sí misma, sino también un recurso didáctico y un atractivo turístico que se sume a la oferta cultural de nuestra ciudad y que permita acercar, de una manera atractiva, a la población en general y a nuestros más jóvenes en particular los títulos de ficción más destacados de cuantos han tenido a la capital del Turia entre sus localizaciones”, ha declarado Moreno.

Con carácter previo, el Ayuntamiento contrató sendos estudios, con la finalidad de seleccionar, de forma justificada, aquellas obras, escenas y personajes más representativos, y de elaborar los contenidos que servirán, en una fase posterior, para la ejecución fidedigna de las piezas escultóricas, tal y como las describe su autor, y para el desarrollo de los recursos tecnológicos que acompañarán a las mismas, una vez instaladas en la vía pública. Los encargados de dar forma a este proyecto han sido el filólogo y escritor Francisco López Porcal, cuya tesis doctoral giró precisamente en torno a València en el imaginario del discurso ficcional, y el periodista Carlos Aimeur, ganador del Premio Ciudad de Valencia en 2007 y ex jefe de prensa del Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía.

Entre los títulos escogidos, se encuentran, por ejemplo, L’Espill (ca. 1460), de Jaume Roig; Flor de mayo (1895) y Cañas y barro (1902), de Vicente Blasco Ibáñez; El faba de Ramonet (1933), de Joan Andreu; El chico que robó un millón (1960), de Charles Crichton; La maldición de la pantera rosa (1983), de Blake Edwards; Todos a la cárcel (1993), de Luis García Berlanga; Gràcies per la propina (1994), de Ferran Torrent; Tranvía a la Malvarrosa (1997), de Manuel Vicent; La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), de Javier Fesser; La mala educación (2004), de Pedro Almodóvar; o Tomorrowland (2015), de Brad Bird. Una de las primeras obras en ser representadas será precisamente Arroz y Tartana (1894), también de Blasco Ibáñez y de cuya publicación se cumplen ya 130 años.

Como ha explicado Moreno, “en aras del máximo equilibrio temporal y geográfico, se ha tratado de buscar una distribución espacial lo más descentralizada posible, evitando la repetición de ubicaciones y la sobrerrepresentación de ningún autor, con la notable excepción de Vicente Blasco Ibáñez y Luis García Berlanga, máximos exponentes de sus respectivas disciplinas en nuestra ciudad y a los que, hemos querido reservar, en consecuencia, un lugar destacado en la ruta”. En el marco de esta iniciativa, el Gobierno municipal impulsará igualmente la reedición de obras actualmente descatalogadas como Los locos de Valencia (1620), de Lope de Vega; o El río viene crecido (1960), de María Beneyto, con ocasión del cumplimiento del centenario de su nacimiento.

“Se trata de un proyecto de futuro, con voluntad de continuidad y abierto a nuevas ediciones si la iniciativa goza, como esperamos que así sea, del suficiente refrendo popular, a fin de incluir, pasado un tiempo prudencial, nuevos títulos de más reciente creación, así como de alcanzar la paridad de género, tanto en la nómina de autores como en las representaciones escultóricas. Un objetivo más factible de conseguir en futuras ediciones gracias a la incorporación de un número cada vez mayor de mujeres a la industria del libro y del séptimo arte, y a la mayor sensibilidad hacia los caracteres femeninos mostrada por parte de nuestros narradores y profesionales del cine actuales”, ha aseverado Moreno.

Tal y como ha explicado Francisco López Porcal, autor de la primera de las asistencias encargadas por el Consistorio (Cuando el personaje de ficción se convierte en icono urbano), “el propio título del estudio condensa el espíritu del proyecto: llevar al espacio público las figuras más características de nuestra literatura para que sean adoptadas por el ciudadano, paseantes y transeúntes, y cuya efigie forme parte de la naturalidad cotidiana”. En España, dos de esos casos aislados de “asimilación” urbana lo constituyen la imagen en bronce de Ana Ozores, protagonista indiscutible de La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, frente a la catedral de Oviedo; y la estatua del Lazarillo de Tormes, junto al puente romano de Salamanca, no existiendo más precedentes. “Una circunstancia que convierte en pionera a nivel nacional la iniciativa promovida por el Ayuntamiento de València”.

“Pese a carecer de una obra cumbre a la altura de La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, o de Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós, València cuenta con un amplio imaginario en cuyo espectro late el nervio de numerosos personajes nacidos de la creatividad de autores de todos los tiempos. Así, orgullos y pasiones, celebraciones festivas y revueltas sociales, días de júbilo y de guerra, luces y sombras de la condición humana han convertido las calles y plazas de nuestra ciudad en un auténtico teatro urbano de la ficción. En este sentido, el hecho de que Valencia no posea una obra culmen no debe empañar en absoluto su incuestionable carácter literario”, ha manifestado Francisco López Porcal.

En concreto, el referido estudio reúne una selección de quince obras escritas tanto en castellano como en valenciano y ambientadas en diferentes épocas. En su conjunto, constituyen todo un caleidoscopio de imágenes tan plurales como representativas de nuestro imaginario literario, donde conviven la ciudad medieval con el carácter moralizador de L´Espill o Llibre de les dones (ca. 1460), de Jaume Roig; el espíritu romántico que impregna La campana de la Unión (1866), de Vicente Boix; el paroxismo barroco de El mut de la campana (2003), de Josep Lozano; la comedia de enredo y la teatralidad de la demencia en Los locos de Valencia (1620), de Lope de Vega; así como la ciudad dieciochesca, comercial y conspiradora que aparece en Les ales de Mercuri (2002), de Mariano Casas.

También el naturalismo decimonónico de Arroz y tartana (1894), Flor de mayo (1895), La barraca (1898) y Cañas y barro (1902), todas ellas de Vicente Blasco Ibáñez; la València de posguerra y del injusto reparto de derechos y obligaciones entre hombres y mujeres en Babas de caracol (2006), de María García-Lliberós; la de las trágicas riadas de 1949 y 1957 en El río viene crecido (1960), de María Beneyto; la del sabor a boleros de los cincuenta en Tranvía a la Malvarrosa (1997), de Manuel Vicent; la de los años sesenta de tranvías y vedettes del mítico teatro Russafa en Gràcies per la propina (1994), de Ferran Torrent; la del tardofranquismo con Bajo la lluvia (2000), de Miguel Herráez; y la ciudad despersonalizada de los ochenta representada en Els treballs perduts (1989), de Joan Francesc Mira. “En todas ellas, destaca la fuerza de los personajes, tanto masculinos como femeninos, individuales y colectivos, figurantes y secundarios, atendiendo a la solidez de sus rasgos, tanto físicos como funcionales y simbólicos dentro del relato”.

Ruta de personajes cinematográficos de ficción

“En el caso de la segunda de las rutas proyectadas, se ha procurado que, además de ser un listado representativo de las películas que han tenido a València como escenario, en él tuvieran una presencia destacada nuestros cineastas locales y que todas las obras seleccionadas tuvieran, al menos, una década de existencia”, ha explicado Carlos Aimeur. “Partiendo de estas premisas, se han elegido diez largometrajes y sus correspondientes figuras escultóricas, cuya colocación permitirá ofrecer un itinerario iconográfico a ciudadanos y visitantes. Estas diez propuestas se suman a las quince vinculadas a la iconografía literaria, conformando un corpus total de 25 obras, a las que se podrían y deberían añadir otras más en el futuro, en el caso de que la iniciativa sea bien recibida por la ciudadanía”.

Tal y como señala Carlos Aimeur, “de la misma manera que se ha pretendido distribuir las obras por todo el ámbito urbano, se ha aspirado a que la selección abarcara igualmente todas las décadas”. Así, se ha incluido una película de los años 30, otra de los 60 y dos films de las décadas de los 80, 90, 2000 y 2010”. El límite se ha puesto en Tomorrowland, al cumplir dicho largometraje en 2025 su décimo aniversario y al existir ya, por tanto, una cierta distancia para estimarlo como merece. “Por el contrario, se han excluido las series de televisión para esta primera propuesta. No obstante, dada su creciente popularidad en los últimos años, cabría plantearse para un futuro la realización de una tercera ruta dedicada a este tipo de producciones audiovisuales, tan propias de nuestro tiempo”.

Como películas valencianas, se han incluido dos largometrajes de Luis García Berlanga, el gran cineasta valenciano del siglo XX [Todos a la cárcel (1993) y París-Tombuctú (1999)]; la única película valenciana ganadora de un festival de serie A, Las olas (2011), de Alberto Morais; y el largometraje pionero del cine en valenciano, El faba de Ramonet (1933). Como películas españolas, se han seleccionado tres films de muy distinto signo, pero todos ellos relevantes por diferentes motivos: así, está la primera película basada en una novela de Ferran Torrent, Un negre amb un saxo (1989), de Francesc Bellmunt; el gran éxito La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), dirigida por Javier Fesser y producida por el castellonense Fernando Bovaira; así como una de las películas rodadas por Pedro Almodóvar en la ciudad de València, La mala educación (2004).

Finalmente, se han incorporado tres películas extranjeras al listado: la hasta hace bien poco desconocida El niño que robó un millón (1960), a la que el devenir de los tiempos ha convertido en el mejor retrato de la València de los 60; la fallida La maldición de la Pantera Rosa (1983), que seleccionó nuestra ciudad como escenario y la ha convertido en parte de una de las grandes franquicias de la comedia estadounidense; y, por último, la superproducción de Disney Tomorrowland (2015), largometraje de Brad Bird, de gran presupuesto y cuya espectacular taquilla no fue, sin embargo, suficiente para hacerla rentable, pero a la que está reivindicando cada vez más el paso de los años y que supuso el lanzamiento definitivo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias como icono turístico mundial.