Santiago Alcarranza: “No me sorprende el resultado obtenido por Trump, me preocupa mucho que lo haya logrado”

Trump ha ganado claramente las elecciones presidenciales y los republicanos controlarán el Senado y la Cámara de Representantes. Es una victoria tan demoledora como incuestionable. Una vez más han fracasado los sesudos analistas pijoprogres, que conocen Estados Unidos a partir de sus prejuicios propios de una arrogancia infinita. La democracia más importante del mundo no es solo la Costa Este, los embajadores ricos que los presidentes demócratas envían a Madrid o los famosos del espectáculo. La verdad es que los periodistas y los medios de comunicación de la izquierda llevan una racha que pone de manifiesto su sectarismo ideológico y su conocimiento sesgado de la realidad. Por supuesto, no me quiero olvidar de la derecha acomplejada y sorayista del PP, que estas semanas eran fervorosos seguidores de Kamala.

Esos analistas y periodistas son los mismos que creían que la guerra de Ucrania sería breve y Putin sería derrotado. Ahora ni hablan ni escriben de ello, por cierto, como sucede con Afganistán y no tardarán en aparcar el conflicto en Gaza y Líbano. No conocen ni los conflictos ni la historia, porque pretenden que la realidad se ajuste a sus deseos. La victoria de Trump era evidente tras la catastrófica presidencia de Biden y la irrelevancia de su vicepresidenta Kamala Harris. Por cierto, el ridículo de la candidata demócrata ha sido histórico. Era delirante observar la desolación y las interpretaciones en la televisión de Sánchez donde la objetividad y el rigor brillaban por su ausencia. No conocen el sistema constitucional estadounidenses y el espíritu romano que inspiró a los padres fundadores, que eran hombres extraordinariamente cultos. La victoria de Trump no lo es del fascismo, el autoritarismo u otras lecturas delirantes que he leído y escuchado tras conocerse la ola de cambio que deseaba el pueblo estadounidense. Es de una arrogancia infinita pensar que cuatro analistas o periodistas son más listos y lúcidos que decenas de millones de estadounidenses que votaron republicano entre los que hay muchos que tienen una mejor formación que ellos. Ahora resulta que sus licenciaturas son mejores que las de aquellos que han estudiado en las mejores universidades del mundo.

Trump ha ganado tanto en el voto electoral como en el popular. Esto ha sucedido a pesar de la brutal campaña del poderoso aparato mediático progre en Estados Unidos. Nunca un candidato ha sido tan atacado por los jueces y los fiscales demócratas, así como por los medios de comunicación. La victoria ha superado las mejores previsiones. Los pijoprogres no han aprendido ninguna lección, porque su única conclusión es que los votantes se han equivocado y Estados Unidos ha girado al autoritarismo. La realidad es que no hay que tener ningún temor. No es el fin de los tiempos, Trump no es la encarnación de Lucifer y la democracia estadounidense es tan sólida que podría compensar al presidente más catastrófico, como ha sucedido en otras ocasiones, sin que suceda nada. No hay más que ver a Biden. Es cierto que tiene un punto estrafalario y es un populista, pero sobre todo es un patriota, con sus aciertos y defectos, que quiere una “América grande”. Por cierto, la tele de Sánchez, los medios que controla el millonario José Miguel Contreras, sus amigos estadounidenses que le podrían acompañar en su proyecto de televisión sanchista y los periodistas y analistas progubernamentales podrían aprender y ser algo más críticos con los disparates de presidente del Gobierno y sus aliados. Ya que les preocupa tanto la democracia estadounidense y los riesgos del autoritarismo, tienen una gran oportunidad para denunciar los ataques que sufre la Constitución, el Estado de Derecho, la separación de poderes, la transparencia y el buen gobierno en España.