Raúl Parra: “Cada día que pasa te apetece que el Camino dure más”
En nuestra rutina diaria no es que tengamos mucho tiempo para reflexionar; las prisas nos muerden los tobillos, nos llevan corriendo de un sitio para otro, todo lo queremos para ayer. Hacer el Camino de Santiago, bien lo hagamos solos o acompañados, es como introducirnos por unos días en una burbuja en la que lo cotidiano pasa a un segundo plano y solo importa superar los retos inmediatos: vencer la fatiga, superar un repecho...
Por tanto, estamos en una situación inmejorable para reflexionar y volver a reencontrarnos, pensar sobre lo importante, si estamos satisfechos con la vida que llevamos, si valoramos lo que tenemos...
A veces necesitamos volver a coger las riendas y tener la sensación de que somos capaces de controlar nuestro destino, consiguiendo todo lo que nos proponemos. Completar el Camino de Santiago, superando todos los retos que se nos van poniendo por delante, cada una de las adversidades, sienta como un soplo de aire fresco.