Pedro Sánchez, el “encubridor”
By José Luis Barceló Mezquita
En ningún país de nuestro entorno se han dado las circunstancias inverosímiles que se están dando en España en estos momentos, con una gravísima polarización que divide a los españoles y que es inspirada precisamente por determinadas esferas políticas. Claro que Pedro Sánchez, nuestro presidente del Gobierno, es especialista en crear situaciones de tensión en las que él se maneja como pez en el agua. No es un político en el sentido parlamentario de las democracias tradicionales, que busca el acuerdo y el consenso incluso entre sus competidores, sino que busca siempre la confrontación, que es el terreno en el que él ha demostrado moverse con soltura.
El listón delictivo y criminal de algunos de sus socios ha quedado muy alto, con incluso un ex presidente autonómico fugado de la Justicia fuera de nuestras fronteras: todo lo que quede por debajo de esa raya es permisible para el Presidente, incluyendo todo lo que hayan podido hacer su esposa o sus colaboradores más cercanos.
Los hechos tozudos son que Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, está siendo investigada en relación con posibles delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. El juez encargado de la investigación ha abierto diligencias para determinar si Gómez utilizó su posición para beneficiar a ciertos empresarios mediante cartas de recomendación y otros favores que podrían haber influido en la adjudicación de contratos públicos, en un entramado societario que la acerca además a la temida “Koldosfera”, con un ministro saliente apestado, como es, y fue, José Luis Ábalos.
La cosa requiere explicaciones urgentes por parte del Presidente, que no se dan por cartas a los medios, a los afiliados y simpatizantes, ni por las redes sociales. Ahora Sánchez se parece más a un líder “peronista” que al líder de un partido que habita en una democracia parlamentaria, donde debe primar la distensión, el diálogo y la transparencia.
La investigación abierta se centra, lo quiera o no el Presidente del Gobierno, en las relaciones de Gómez con Carlos Barrabés, un empresario vinculado a contratos adjudicados por Red.es, y su conexión con Globalia y Air Europa, donde se sugiere que Gómez podría haber intervenido en la obtención de subvenciones y otros beneficios, en gran parte a costa del erario público y de buena parte de los Fondos Europeos.
Aunque la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil emitió un informe preliminar sin encontrar pruebas concluyentes de delito, la investigación sigue en curso debido a la persistencia del juez y las acusaciones presentadas por el sindicato Manos Limpias, a las que se suman otras pruebas encontradas por la propia UCO en la incautación de diversa documentación y correos electrónicos a Red.es, Renfe o ADIF.
Pero es que si el Presidente Pedro Sánchez persiste en sus intentos de entorpecer, colapsar o desviar la investigación podría terminar convirtiéndose en el encubridor de los presuntos delitos cometidos y a los que se vincula a su esposa. Suponiendo que no cómplice. Pedro Sánchez ha debido ser pieza fundamental en el tráfico de influencias, porque era justo la influencia suya la que se buscaba. Y lo que ahora no puede hacer es transformarse además en encubridor.
El delito de encubrimiento se refiere a las acciones que realiza una persona para ocultar, proteger o ayudar a un delincuente a eludir la justicia tras haber cometido un delito.
Estas acciones pueden incluir ocultar pruebas, proporcionar refugio al delincuente, destruir evidencia o mentir a las autoridades. El encubrimiento es considerado un delito porque obstaculiza la investigación y la administración de justicia, y puede ser sancionado con penas que varían según la gravedad del delito encubierto y la legislación del país.
Y el encubrimiento, que no debe confundirse con la complicidad puesto que el encubridor actúa después de la comisión del delito, mientras que el cómplice colabora antes o durante la realización del acto delictivo, tiene varias categorías:
Encubrimiento personal, que es ayudar al delincuente a escapar, ocultarlo o evitar que sea capturado. El encubrimiento real, que consiste en destruir, alterar, ocultar o hacer desaparecer pruebas o instrumentos del delito. El encubrimiento por favorecimiento, que trata de proporcionar medios o facilidades para que el delincuente se beneficie del delito.
¿Cuáles son los elementos con que cuenta el Delito de Encubrimiento para que sea tenido como tal? Pues, por una parte, tiene que existir constancia de la existencia de un delito principal, previo, cometido por otra persona.
Por otra parte, el encubridor tiene que haber tenido conocimiento de la comisión del delito. Y, finalmente, el encubridor tiene que haber realizado actos destinados a ocultar el delito o ayudar al delincuente o delincuentes a eludir la justicia.
Las penas por encubrimiento pueden variar ampliamente y generalmente son menos severas que las impuestas por el delito principal, pero pueden incluir prisión, multas y otras medidas punitivas, y cuentan con algún beneficio para el caso de la no obligación de denunciar o encubrir a familiares cercanos (padres, hijos, cónyuge), lo que se aplicaría para el caso del Presidente con su esposa, aunque no para el resto de presuntos imputados, si los hubiere.
En resumen, el encubrimiento es un delito que implica proteger a un delincuente o sus actos, obstaculizando la justicia, y es sancionado por la ley debido a su impacto negativo en la investigación y persecución de delitos. Y el Se´ñor Predente debe recordar que una de las grandes aspiraciones de las Democracias es que todos seamos iguales antye la Ley.
Pedro Sánchez debería relajarse y ocuparse de las cosas para las que los españoles le pagamos el sueldo. Lo de su esposa ya pasará.