Miguel Ángel Muñoz: “Ser Guardia Civil no es un trabajo, es una vocación”
Fue el 28 de marzo de 1844, hace ahora justo 180 años, cuando vio la luz el real decreto que establecía la fundación de un "cuerpo especial de fuerza armada de Infantería y Caballería, con la denominación de Guardias Civiles, dependientes del Ministerio de la Gobernación y con el objeto de proveer al buen orden, a la seguridad pública". La iniciativa había partido de un Gobierno presidido por Luis González Bravo, aunque el proyecto llevaba años entre las prioridades de los políticos liberales.
España acababa de salir de una cruenta guerra civil, la Primera Guerra Carlista, que había desgarrado durante siete años buena parte de la geografía nacional. El conflicto se había resuelto a favor de los intereses de Isabel II y con su reinado llegaba el momento de construir una Administración liberal, sólida y centralizada, que dejara atrás las herencias del decadente Antiguo Régimen.
En esa tarea, la creación de una fuerza de seguridad nacional, que sustituyera los viejos cuerpos regionales, de eficacia dispar, se perfilaba como una prioridad, especialmente para dotar de seguridad al ámbito rural y los caminos del país. Esta pretensión se veía azuzada por el grave problema de seguridad que enfrentaba el país, tras siete años de conflicto bélico.