La política española nos ahorra la entrada del cine

Leopoldo Bernabeu

Escribir desde una atalaya que te proporciona paz y letanía, es un privilegio. Es mucho más sencillo, también injusto, opinar de los desastres del mundo sentado en una butaca oteando el horizonte que hacerlo a pie de conflicto. Mi única molestia es la falta de costumbre para entender el profundo sonido de este atronador silencio. Repaso con prudencia que podría irse todo al traste de un momento a otro y añoro la falta de información que existía hace un siglo. Enterarse de todo al instante y evadirse por completo, no son opciones compatibles.

En un agosto distinto a los que vivía el periodismo de mi padre, necesitado de seguir rellenando páginas diarias del periódico La Verdad para poder así alimentar las siete bocas que éramos en casa, no es tan diferente al de los últimos años por obra y gracia de unas nuevas, y malditas tecnologías, que nos invaden de actualidad cada minuto. No hay respiro para quien cree en la obligación de estar informado, convertida en misión imposible diferenciar lo que es cierto de lo que no. Observo la suerte de esta nefasta generación política que en suerte nos ha tocado. Disfrutan viendo como cualquiera de sus burradas pasa de moda al instante. Ya nadie habla del Tito Berni, de Koldo, o de la amnistía. Mucho menos de ese listado que detalla las más de 150 mentiras de este Gobierno en sus seis años. Las últimas, la voladura de la caja de todos los españoles, la vuelta de Puigdemont y el silencio cómplice de Zapatero.

El mundo mantiene la respiración mientras vemos como EEUU despliega una enorme flota de buques conscientes de que el ataque de Irán sobre Israel es inminente. Y ojo, Irán no es Hamás, si ese conflicto estalla, hablamos de una guerra cuyos siguientes capítulos son difíciles de predecir. Y aquí el afortunado vuelve a ser otro sátrapa. Se repite la película. Cuando Hamás asesinó a 1.200 israelíes el pasado 7 de octubre, el más feliz era un tal Putin, viendo como la comunidad internacional se olvidaba de una necesitada Ucrania que no entendía nada. Ahora el que reza porque estalle este nuevo conflicto es el tirano de Maduro, agradecido por que la comunidad internacional no le haya laminado mientras el mundo entero ve con estupor los cientos de vídeos con la cacería humana que está llevando a cabo. Lo dije hace una semana, ¿dónde están los buenos? Es una vergüenza para todos los españoles que un personaje como Zapatero, que calla como el cobarde que es, sea uno de sus valedores, pero es un escarnio internacional que la ONU, los EEUU y la Unión Europea, no hayan sacado todavía del poder a este gorila genocida que está masacrando a toda una nación. Con gritar y amenazar le es suficiente.

Las noticias se relevan con tanta celeridad que Venezuela quedará pronto en el olvido. Hoy, 7 de agosto, ya no es portada en ningún medio español, más preocupados por recordarnos que la justicia española sigue empeñada en seguir disparándose en los pies. Después de haber estado con un CGPJ caducado más de cinco años y renovarlo por fin bajo la vergonzosa tutela europea en vez de ser congreso y senado, como dicta la Constitución, ahora son incapaces de ponerse de acuerdo para elegir presidente entre ellos. ¿Cómo van a dar imagen de seriedad los juzgados españoles viendo el espectáculo circense que nos ofrecen a diario sus superiores?

Y cómo no es justo que los españoles estén tranquilos ni un mes del año, el escenario vivido ayer en las bolsas de medio mundo nos retrotrae al verano de 2.008, cuando algo similar hizo crack en EEUU y sumió al mundo en una recesión económica que constó más de un lustro enderezar. El mundo amanece aguantando la respiración. Veremos si el estornudo americano vuelve a convertirse en resfriado internacional. Algún etéreo no está cómodo viendo como la humanidad se ha medio repuesto del show del covid y ya prepara el siguiente numerito.

Pero mientras todo esto se va cociendo a fuego lento, el gran espectáculo de la semana lo tenemos convocado para este jueves 10 de agosto en Cataluña. No, no, no es la constatación de que cada vez aportan menos a la caja nacional, se pasan por el forro las sentencias del Tribunal Supremo o están encantados de exprimir la debilidad de Sánchez para iniciar el impulso de un nuevo Referéndum de independencia, no, me refiero a la vuelta del nuevo “Super Puchi” al acto de investidura de Salvador Illa. ¿Lo hará en el maletero del coche en el que huyó?, ¿estará ya escondido en el Parlament durmiendo en alguna alcantarilla? Lo sabremos pronto. Si cumple su amenaza, que está por ver, veremos su detención y el consiguiente espectáculo en menos de 48 horas. Ahórrense la entrada del cine.

Señoras y señores, esto no es más que un breve resumen del show diario en el que se ha instalado la política española. No me extraña que a Feijóo se le haya desprendido la retina, lo raro es que no se haya quedado ciego. Y claro, Pedro Sánchez de vacaciones con Begoña, con el Falcón y a costa de todos en Doñana, Lanzarote o donde le plazca, que para eso manda. Me lo imagino descojonado a más no poder con todo este galimatías. El siguiente capítulo, tomen nota, es escucharlo negando que tenga ningún hermano, al que la justicia ya tiene trincado por todos lados sin escapatoria posible. Mientras usted y yo estábamos encerrados durante la pandemia, el músico Sánchez Pérez-Castejón estaba exiliado en Tailandia con su patrimonio, por arte de birlí biloque, disparándose hasta los dos milloncitos de euros. Al tiempo.