La nueva boca del lobo
Leopoldo Bernabeu
Cuando intentas echar el freno de mano a la rabiosa actualidad, nada fácil para un alborotado cerebro como el de este periodista que todo lo quiere saber y sobre todo quiere opinar, como si la vida fuese un permanente examen que nunca sabes en que lugar te espera, te das cuenta que la realidad es un almacén que amontona hechos manipulados cuyo principal objetivo es no dejar que destaquen aquellos que deberían hacernos reflexionar. No he dicho nada nuevo, sólo me he detenido un minuto para poder escribirlo. Los que controlan, esa forma etérea a la que no ponemos nombre ni cara, están encantados con que la vorágine no se detenga, no interesa que la gente se forme, se interese y se entere de verdad de aquello que más le conviene.
Todos conocemos que en cualquier guerra quien de verdad pierde es el que muere en el campo de batalla. Mi visita al impresionante cementerio de Normandía, en el noroeste de Francia, con más de 9.000 cruces en la que ninguno de sus moradores pasaba de los 25 años, terminó de reafirmarme eso que todos sabemos pero que no entendemos de verdad hasta que no nos dan la bofetada.
Pasa en las guerras igual que en el resto de facetas de la vida. Con aquel covid que nos encerró en nuestras casas llegamos a pensar que se acababa el mundo, ¿te acuerdas? Siempre pensé, defendí y manifesté a quien me quiso escuchar lo que después se confirmó, aunque siga habiendo millones de interesados en negarlo: Todo fue un montaje que, como cualquier gran espectáculo, podía habérseles ido de las manos a los organizadores. No en vano, convertir una gripe más en un fenómeno que detuviera el globo, fue algo cum laude.
Siempre he dicho que, en el mundo de los superdotados, destacan más quienes lo utilizan para el mal que para el bien. Aquella estrategia tuvo varias vertientes, asustar aprovechando que el miedo paraliza y permite controlar, después hacer ganar dinero a unos cuantos, y finalmente cerrar aquello pensando que el planeta cogería rumbos distintos, nuevas dinámicas. En ello estamos.
El común de los mortales decidió entonces que, ya que no nos habíamos muerto, aunque cerca andamos según los directores del circo, resultaba mucho más importante trabajar para vivir que vivir para trabajar, y ahí seguimos. Hemos pasado de 700 a 1.300 los millones de personas que emplean ahora su dinero en viajar y hacer turismo, porque todo lo demás puede esperar. Y esto también tiene sus consecuencias, porque aunque para algunos, como España, salen beneficiados de ideas generalistas de ese tipo, no es oro todo lo que reluce: Estamos viendo que empiezan a no caber todos los turistas que nos visitan, o eso intentan hacernos creer, al tiempo que surgen problemas colaterales como el precio de la vivienda y sus alquileres, cuyo sesudo análisis tampoco cabe en esta opinión.
La conclusión es que la rueda vuelve a dar un giro de 360 grados y se nos olvida de donde venimos, de donde ha partido esta reflexión, ¿tu sí te acuerdas, verdad?. Han pasado apenas 15 años de la gran crisis económica que asoló España. Conocemos gente que lo perdió todo, algún otro que se ahorcó y muchos que aún son perseguidos por aquel despropósito que nadie quiso ver venir. Y si alguno lo sabía, los etéreos de los que hablaba antes, obviamente no iban a avisar porque ese es su negocio.
Hoy leemos que, por primera vez en muchos años, empresas y familias vuelven a solicitar créditos, algunos incluso para realizar compras diarias y pagar viajes y vacaciones. Produce escalofríos. Todo esto mientras muchas familias son expulsadas de sus casas porque no pueden pagar los brutales incrementos de precio que se han producido en los alquileres en los últimos cuatro días sin previo aviso, fruto de una ley de vivienda creada al gusto de quienes gobiernan, con el único objetivo de seguir gobernando.
Lo dicho, el mundo sigue igual de loco que siempre y los que mandan, los que controlan, los etéreos, devoradores sin límite, están encantados de ver como nos aproximamos al nuevo suicidio colectivo. ¿Podría ser que nos estuviéramos metiendo de nuevo en la boca de un lobo más peligroso incluso que la suma del covid, la guerra y la inflación juntos? No lo sé, pero por si acaso, lo aviso.