Guillermo del Pino: “Hablar de la historia de Valladolid, mi ciudad, siempre es un placer”

El Puente Mayor es el puente sobre el río Pisuerga más antiguo de la ciudad. Fue construido, según la tradición, en 1080 por iniciativa de doña Eylo, esposa del conde Pedro Ansúrez. Su edificación tuvo gran importancia en el desarrollo urbano de la ciudad. Hasta esa época las villas de Cabezón de Pisuerga, al norte, y Simancas, al sur de Valladolid, tenían sendos puentes medievales sobre el río y eran villas más importantes que Valladolid. Décadas más tarde, gracias a la influencia del Conde Pedro Ansúrez, fue adquiriendo más importancia la ciudad.

A la altura de la ciudad, los ríos Duero y Pisuerga transcurren casi paralelos, ligeramente en diagonal. Pasados 11 km, a la altura de la villa de Simancas, se van juntando suavemente con una trayectoria diagonal, hasta que confluyen pasados 2 km de Pesqueruela, un pequeño salto de agua. Es curioso observar perfectamente caminando por el sendero hacia Pesqueruela, como transcurre el Pisuerga por la derecha y el Duero por la izquierda, ambos a una distancia de unos 300 metros. Pasado Pesqueruela, llega un punto que confluyen los dos ríos. En ese momento el Duero aumenta su caudal considerablemente convirtiéndose en un gran río. El siguiente pueblo, la villa de Tordesillas ya pasa el Duero en todo su esplendor camino de tierras de Zamora.

Su nombre, Septimanca, fue un asentamiento de los vacceos (civilización prerromana) en un conjunto urbano situado a orilla del Pisuerga. Declarado Conjunto Histórico-Artístico, el monumento más destacado es el Archivo Histórico-Nacional, que fue mandado construir en el siglo XV por el Almirante de Castilla Don Alonso Enríquez y que un siglo más tarde Felipe II, cambió su función de castillo por la de archivo, con la consiguiente transformación arquitectónica. Sirve para guardar documentos en su mayoría de la Edad Moderna y está considerado como uno de los más importantes del mundo. El nombre de Simancas recuerda un episodio histórico ocurrido en tiempos de Abderramán II cuando siete doncellas de la villa se cortaron las manos en repudia a un tributo real por el que se las donaba como pago de un peculiar impuesto al califa.