El arte de sobrevivir a una pandemia

¿Existe el arte en la naturaleza? Como conjunto de elementos armónicos se da en la vida, independientemente de si alguien lo interpreta o no. Como hecho cultural, de expresión, es inherente al ser humano. El arte se hace, se construye. Y concretamente en Galicia, según dicen los datos oficiales, cerca de 34.000 personas se dedican a ello. Profesionales que -directa, legal, oficial y todo el resto de mentes que registran las instituciones- hacen arte aquí.

En cualquier movida cultural destaca siempre bajo un sombrero. Eladio Santos se subió por primera vez al escenario en el 87 y ahora es uno de esos motores artísticos en Vigo. El suyo es un perfil clásico, un creador musical que complementa sus ingresos con un trabajo relacionado, en su caso el de técnico de sonido. Ha vivido la evolución del sector cultural en la ciudad desde la herencia de la Movida hasta hoy. Ha vivido la precarización del arte y, aun así, no está harto: “Hay mucha gente viviendo al día y matándose por esta industria. Para mí, la cultura es la parte más importante del pueblo”.
Eladio estaba presente cuando poner Vigo en un cartel era prestigio. Incluso cuando los eventos culturales no llenaban por la cantidad de oferta que había en la ciudad. Y en medio de todo esto, la crisis. “Lo primero que pasó en el 2010 cuando empezó lo gordo de la crisis es la subida de impuestos en la cultura. Una medida que, además, no conseguía más recaudación. Era casi una inversión en destruir la industria. Wert era un Ministro de la anticultura”. Durante esos años, los trabajadores de la cultura descendieron de 33.900 (2009) a 21.400 (2012), aunque probablemente el batacazo real fue peor.

Empezaba a quedar algo lejos todo esto. “Se podía vivir un poco de conciertos, de la cultura. No de lujo, pero sí vivir”, suspira Eladio. “También es verdad que ahora todo lo que había en 2019 nos parece fantástico”.

La pandemia

María Arias todavía recuerda la llamada que recibió el día 13 de marzo. Llevaban unas semanas raras, Multicines Norte estaba en mitad de la Semana Japonesa, que organizan en colaboración con la Escuela de Idiomas. Los propios alumnos habían vuelto de un viaje a Japón y ya les advertían de lo que se avecinaba. Ahora, más de un año después, el cine permanece congelado en el tiempo, aún siguen los estrenos del 2020 anunciados en sus pasillos. “Nosotros estamos como durmiendo. Tenemos unos gastos mínimos, el local lo tenemos en propiedad y los trabajadores permanecemos de ERTE hasta que avance la vacunación”, explica la programadora de este espacio alternativo.

El número 22 de Vía Norte es -¿era?- un dinamizador de la sociedad viguesa. “Hay un trabajo pedagógico en nuestra cartelera”, lejos de la visión comercial las proyecciones de estos cines atraían a un público fiel y comprometido. Un estímulo que lleva más de un año parado, y que por el momento se prevé que así seguirá.

Esta pandemia ha paralizado el diálogo que supone la cultura. La música dejó de sonar en directo para la mayoría, las salas de los cines quedaron a oscuras sin la luz del proyector y los escenarios dejaron de contar historias. En el Teatro Ensalle, aunque durante un tiempo no había nadie que lo viera, seguían trabajando en esas historias: “El teatro tiene un trabajo detrás que no todo el mundo conoce, la representación no es más que el producto final”, reivindica Raquel Hernández, co-directora de la sala.

Aunque la pandemia ha tenido graves estragos para el sector de la cultura en Vigo, se muestran optimistas. “Al estar tan acotados los espacios de sociabilización, hemos visto cómo las personas venían al teatro para juntarse, para quedar” comenta sorprendido el otro director de este espacio, Pedro Fresneda. En una nave industrial cerca de Camelias, los componentes de Ensalle reflexionan sobre lo que ha supuesto para su proyecto esto del covid. Las entradas, para su sorpresa, no han sufrido un gran descenso. Artús Rey explica que aunque el aforo se ha reducido, la necesidad de reservar con antelación las entradas ha producido que el público se repartiera entre los días de función. “Hay que entender que las entradas no son la única vía de financiación para nosotras. Si una función cuesta lo que cuesta es porque una parte está financiada por las instituciones”, desarrolla Raquel.

La mayoría coincide en que esta situación no ha sido, por el momento, tan dura económicamente como la anterior crisis. Aunque el sector cultural se ha visto paralizado, las medidas que se han tomado para el común de los trabajadores y empresas han servido para mantener a flote muchas de las iniciativas artísticas de Vigo. “En nuestro caso, quizás somos los que más nos hemos salvado. Estuvimos sujetos a los cierres obligados pero el resto del tiempo hemos estado trabajando”, narra Amaya Martínez. Ella no es el rostro principal de la cultura viguesa, aunque sin duda, es una de las primeras caras que cualquier amante del arte ve. En la recepción del MARCO rememora desde el miedo que había antes del confinamiento hasta las ganas que muestra quien visita a día de hoy las salas. “Necesitamos los afectos, y el contacto humano es básico. Es algo contra lo que no podemos luchar”, sentencia.

El tiempo del futuro

Aunque esta primera etapa de la pandemia ha estado marcada por la protección social, e incluso por la solidaridad, lo siguiente que suceda puede ser decisivo. El escenario más deseable es uno en el que se ponga en valor la cultura, se aprecie y fomente. Amaya apuesta por el arte para sanar las cicatrices de esta pandemia: “Para recuperarnos de esto, en el plano mental, espiritual, es esencial el arte. Por eso debe ser una prioridad”.

Por contra, un futuro próximo en el que la gente se haya acostumbrado al streaming puede herir al sector cultural más local, aunque Eladio duda que suceda: “Ir a un concierto, estar con gente, se ha vuelto un artículo de deseo. Bailar no deja de ser un ritual ancestral de comunicación y comunión entre los humanos. Cómo vamos a renunciar a eso”. O algo más probable, volver a lo de siempre.

José Carrera es técnico del MARCO -lo que quiere decir que hace de todo: desde visitas guiadas hasta control de salas-. Bajo el uniforme de una empresa multiservicios concede: “O noso posto de traballo está en xogo todos os días. Somos persoal externo e en calquera momento pode desparecer”. De hecho, desde 2002 no ha hecho más que reducirse la plantilla. Para él, el peor futuro sería retomar la normalidad desde donde estaba: “Eu creo que imos saír máis ou menos como estabamos. Desgraciadamente hai moitos que xa caeron, pero todo volverá ao seu lugar. Toda esta xente nova que está na rúa facendo cousas vai seguir adiante. O problema, é tamén que todo volverá ao seu lugar. E toda esta xente vai ter que marchar de Galicia para o seu futuro”.

No es ningún secreto que la cultura es un sector bastante informal, por eso resulta tan vulnerable. Eladio Santos durante este tiempo ha podido participar en algún vídeo o poner música a alguna película, el Teatro Ensalle ha seguido con sus residencias artísticas, los empleados de Multicines Norte y MARCO han sobrevivido con ERTE. Pero todas esas personas que no son creadoras, que forman parte del sector directa o indirectamente pero que contribuyen esencialmente son los que están verdaderamente en riesgo.

Los músicos de las míticas BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones) ahora han tenido que buscar un empleo alternativo para sobrevivir. O menos visibles aún, montadores que han pisado más escenarios que muchos artistas se dedican ahora a las mudanzas. De manera borrosa, en la memoria de muchos seguramente aparece Jaime Álvarez. Detrás de la barra ha puesto birras en las mejores noches de Vigo. Ahora vive de algún curro esporádico mientras espera que abran los locales de música. “Nosotros somos unos currelas. Siendo realista, no vengo de una familia que lo pase mal económicamente pero mi trabajo me da para vivir al día. Vivir de esto no es algo que te permita tener muchos ahorros, pero cuando todo está bien es genial”. Ahora pasa los días buscando trabajo y escribiendo para alguna revista. Es un tío al que le apasiona la cultura, como la mayoría de los que se dedican al sector. “Al final, economicamente non é un dos mellores sectores. É cuestión de paixón”, lo expresaba también así José Carrera. Y, probablemente, dirán lo mismo en Vía Norte donde la mayoría ha estudiado comunicación audiovisual. E igual un grupo de actores y actrices que huyó de Madrid para hacer teatro desde la periferia con las dificultades que conlleva.

Todos ellos y ellas hacen cultura, construyen Vigo. Incluido Jaime: “En cierta manera hago de engranaje en todo esto, me entiendo como un intermediario, formo parte de este sector, y tengo la suerte de estar ahí en medio haciendo que la gente disfrute más”.

Como con la anterior crisis, el arte seguirá siendo inherente al ser humano, avanzará. Lo que queda por ver es si las personas que hay detrás podrán vivir de su pasión sin tener que añadir siempre el prefijo sobre.