Del wok al woke pasando por París

Por Saz Planelles

Wok, especie de sartén honda, cóncava y manejable muy utilizada en la cocina oriental para condimentar alimentos.

Woke (despierto en inglés) es un movimiento ideológico que describe una amplia gama de ideas y movimientos relacionados con la justicia social, como el antirracismo, el feminismo interseccional, los derechos de los transexuales y las rectificaciones y correcciones críticas con la historia; en suma, una suerte de pastiche donde todo cabe, se interrelaciona, se modula y formula con un objetivo común.

En un wok echamos verdura variada, pollo o cerdo y lo regamos con salsas picantes, agridulces, soja y tepanyaki y nos sale un guiso de sabor innombrable que a mucha gente les gusta.

En un wok echamos un poco de resentimiento, fracaso escolar, progresismo, ecologismo extremo, animalismo, familia desestructurada, pocas ganas de trabajar, buenismo, ganas de vivir del cuento, mínimo esfuerzo personal… todo ello mezclado con frases grandilocuentes, lenguaje inclusivo, ideología de género y Agenda 2030 y obtenemos individuos con un coeficiente intelectual incalificable dispuestos a repetir hasta la saciedad los dogmas sectarios que les dicten. Es la ideología woke.

No soy de los de la teoría de la conspiración. Nunca diré que la tierra es plana y que los aviones nos están envenenando con los chemtrails rociándonos con productos químicos para dejarnos estériles y controlar así la población mundial. Chemtrails, dicen, que a los hombres les deja el escroto roto y a las mujeres los ovarios desvariados.

Pero es evidente que la familia tradicional ya no está de moda. Padre y madre ya no son los referentes naturales. A los niños se les dice que, además de ser policías, veterinarios o bomberos, pueden ser niños, niñas o niñes, como deseen. Que lo del pene o la vulva es un detalle sin importancia que se puede corregir, y que se debe experimentar. Además, ser elles mola mazo.

Pero me da que pensar que las parejas humanas, en la civilización occidental, cada vez tienen menos descendencia, aunque, eso sí, estamos humanizando a los perritos y al resto de mascotas, paseándolos en carritos para que no se cansen y recogiendo las caquitas con bolsas de plástico, ese mismo plástico que hay que eliminar, según la Agenda 2030, y que nos impide ya beber a morro de una botella sin tener el tapón pegado a la nariz.

La población occidental decrece porque la gente ya no folla como antes, pero al menos nos quedan los salvadores que vienen de África para pagarnos las pensiones, esa mano de obra potente y fuerte, parejas multiculturales sin perros ni gatos cuyas mujeres no tienen miedo a parir porque en occidente podrán criar a sus hijos sin penurias y que en dos generaciones serán los dominantes en una sociedad multicultural, multirracial, multigastronómica (sin jamón, eso sí) y con una sola religión, el islam, que sustituirá los códigos civiles de muchos países de Europa y evitarán el gasto inútil de jueces para impartir justicia. Alianza de Civilizaciones (Zapatero dixit).

No sé si hay una hoja de ruta fijada por los poderes fácticos (como se decía antes), los de Puebla, los de Bruselas, los von der leyen, los rockefeller, Google, X, Facebook, la oligarquía capitalista, los del IBEX, los del Corte Inglés, los trumpistas, los mediopensionistas, caravanistas, y todos lo que tienen que ver con algo que acabe en ista. Pero de lo que sí estoy seguro es que el mundo se encamina a otro mundo. Teledirigido o por la estulticia humana.

Y la prueba del algodón la hemos vivido en París, en los I Juegos Olímpicos de la Era Woke. En la gala inaugural, rollizas mujeres con aspecto saludable pero poco deportivo, desfiles de moda que dejan a nuestra Ágata Ruiz de la Prada en posición estratosférica en cuanto a estilismo y  fashion se refiere, camas de cartón en la villa olímpica para que duerman deportistas de más de 100 kilos sobre esponjas reciclables y que tienen que beber sus bebidas en vasos de plástico o cartón. Todo muy Agenda 2030, esa misma que abrazan los wokes y que nos dirá lo que debemos comer, hacer, poseer… Lo de follar, ya ni les cuento, eso es una ordinariez. Los todos, todas y todes tiene otras formas de relacionarse sexualmente más variada y moderna.

En suma, nos dirán lo que está bien y lo que está mal según la ideología imperante en el  concepto de la nueva libertad y el orden del nuevo mundo, en el que todos seremos mejores, más altos, más rápidos, más delgados, más felices, más igualitarios, más liberte, fraternité y egalité, todos con una misma religión…

Verás como luego viene una serpiente criada en la fachosfera, nos provoca para que comamos una manzana y nos jode el invento. Demos tiempo al tiempo.