CARLOS DUEÑAS en Bom radio Benidorm

Podría decirse que el ser humano comenzó a conquistar el espacio con la imaginación, mucho antes de que su tecnología lo hiciera realidad. Durante siglos los sueños de la literatura y de la ciencia trajeron el espacio hasta la Tierra, con más o menos acierto; si los primeros relatos literarios hoy nos resultan naíf, como el Somnium de Johannes Kepler (1634) o el estrambótico viaje a la Luna de Cyrano de Bergerac (1657), también los científicos tuvieron sus sonados patinazos, como los canales de Marte. 
Pero por desgracia, no fueron los sueños los que finalmente impulsaron la conquista del espacio, sino la discordia: cuando el 29 de julio de 1955 el presidente de EEUU Eisenhower declaró que su país pronto lanzaría satélites a la órbita terrestre como contribución al Año Geofísico Internacional (1957-58), ni esto era un mero proyecto científico, ni tampoco el verdadero comienzo de nada. 
Desde el fin de la 2ª Guerra Mundial, las dos grandes potencias aliadas contra el nazismo se habían enzarzado ya en una Guerra Fría, una competencia por demostrar que su poder era mayor y su tecnología era superior; en definitiva, que su sistema político, económico y social era mejor. Uno de los campos en los que debía librarse esta guerra era el espacio, considerado estratégico para la seguridad nacional y un terreno a dominar en la carrera por el desarrollo de los misiles balísticos nucleares.