Millán de Benito, el 'Billy Elliot' español al que se rifa el mundo de la danza con sólo 15 años

A Millán de Benito se lo rifan en las mejores escuelas de danza del mundo entero. Desde la Royal Ballet School, en Londres; la Princess Grace, en Mónaco, o la American Ballet, en Estados Unidos. Esto días, este joven logroñés de 15 años se afana en decidir a cuál se marchará el curso que viene para convertirse, definitivamente, en un gran bailarín. Conseguir el primer premio del Prix de Lausanne (Suiza), entre más de 450 candidatos procedentes de 39 países, ha puesto su vida patas arriba. Millán es el primer español que logra este reconocimiento en nueve años. Por primera vez en esta edición el jurado escogió a dos ganadores (el otro es el mexicano Fabrizzio Ulloa). Otro español, el granadino Arturo Lizana, de 17 años, compañero de conservatorio de Millán, ha conseguido llegar a la semifinal.

El Prix de Lausanne está considerado el mejor concurso de esta especialidad. Se celebra anualmente y está dirigido a estudiantes de entre 15 y 18 años que aspiran a ser bailarines reconocidos. El premio es una beca de estudios para ampliar la formación en danza en alguna de las mejores escuelas.

“Millán tiene un talento increíble. Tiene todo y nada que otro niño no pueda conseguir: esfuerzo y trabajo”, reconoce su maestro Juan Polo en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma de Madrid y el que le ha preparado para este concurso. “Por el conservatorio pasan millones de alumnos, pero este niño es muy especial. Desde que le vi el primer día, me enamoró. Con 15 años tiene una madurez enorme. Cuando ganó, todos estábamos llorando y él estaba sereno. Es muy inteligente. Tengo alumnos con mejores piernas y mejores pies, pero la actitud de Millán nunca se la he visto a nadie”, asegura.

Hasta llegar aquí a Millán le han pasado muchas cosas. Con cuatro años empezó a bailar. A esa edad no paraba quieto y su familia le apuntó a una extraescolar de ballet en Logroño, donde vivían entonces. En aquella clase solo había chicas y, viendo que Millán no se encontraba muy cómodo entre tanta niña, decidieron buscar una segunda academia. Allí empezó a recibir clases de baile moderno, español y clásico de forma más seria hasta que a los 10 años se le presentó la primera gran oportunidad. “Los directores de mi academia me propusieron hacer una audición para el musical de 'Billy Elliot' en Madrid. Me presenté un poco para ver cómo eran los castings e irme acostumbrando y tuve la suerte de que me escogieron para ser protagonista y me vine a Madrid con mi padre”, cuenta.

'Billy Elliot' y 'Grease'

Aquello fue el primer golpe de timón de su viva. Tras 'Billy Elliot' vendrían otros espectáculos. 'El retorno de Cometa' en el Teatro Price de Madrid; el musical 'Grease'; la serie televisiva 'Hernán', y el cortometraje 'Ombligo' de José Val Bal.

“Como ha hecho musicales, tiene muchísimas tablas. Sabe hablar en público y controlar sus nervios. Es un niño muy especial”, subraya Polo. “Siempre que le vas a corregir te dice: ‘Sí, es verdad. Tienes razón. Lo aplico’. Queriendo mejorar; nunca se cree que es el mejor”.

Hace dos veranos Millán tuvo que tomar una decisión complicada. O seguir en el mundo de los musicales o centrarse en la danza clásica. Optó por lo segundo y se matriculó en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, donde estudia sexto de profesional, el último curso. “Me dijeron que si de verdad quería intentar ser un bailarín de danza clásica necesitaba centrarme solo en eso porque requiere muchas horas y mucha dedicación y no se puede compaginar con lo demás”, reconoce Millán. “Los bailarines que siempre he admirado han sido estrellas de la danza clásica y por eso al final me decidí por esto”.

El conservatorio supone llevar un ritmo exigente. Seis horas de lunes a sábado. “Es duro, pero ahora es lo que quiero, porque me permite bailar en el escenario”. Y todo sin dejar los estudios. Este año terminará cuarto de la ESO a distancia y no descarta ir en un futuro a la Universidad.

Un certamen convertido en escaparate

Fue su maestro Juan Polo el que le propuso presentarse al Prix de Lausanne el año pasado. “Quería que el certamen fuera un escaparate para él y que tuviera todas las puertas abiertas. Después de dos años conmigo, ahora necesita más de lo que yo le puedo dar”, asegura Polo.

Los seis días que duró el Prix de Lausanne fueron frenéticos. Clases con los mejores maestros, exhibiciones y competición con un jurado de expertos del más alto nivel. Millán era de los más pequeños. Para participar hay que presentar certificados médicos, una tabla de crecimiento, cómo son tus padres. Muchos requisitos que para el certamen cuentan: están buscando a los mejores bailarines profesionales y quieren saber todo de ellos.

“Hay mucha presión porque están constantemente observándote. Pero he conocido gente muy buena, me he motivado muchísimo y he recibido clases de profesionales que me encantan”, reconoce Millán. “No sabía lo que me iba a encontrar, cómo iba a ir el resto preparado. Ni las posibilidades que tenía”.

Ya el primer día en Lausanne, un maestro del Houston Ballet se acercó a Juan Polo y le dijo: ‘Llevas a dos chicos –Millán y Arturo Lizana- que son dos estrellas de la danza’. Por si fuera poco, el miércoles salió en una revista de ballet 'La plume de la danse' una crítica en la que se decía que Millán se postulaba como uno de los favoritos a ganar el premio.

Evitar frustraciones

Pero eso Millán no lo sabía. “Se lo tuvimos que ocultar para que no le perturbara ni se confiara”, asegura su maestro. “Siempre hemos ido con muchísima cautela. Hemos cuidado hasta el último detalle. Hemos trabajado muchísimo: en Navidades, sábados, domingos”, asegura Polo. “Al fin y al cabo es un adolescente, con todas sus ilusiones puestas, y no queríamos que acabara frustrado”.  

Pero Millán ganó y todo el trabajo mereció la pena. “Mi familia estaba en el público y no me podía creer que lo hubiera conseguido. Ha sido uno de los mejores momentos de mi vida”, reconoce.

A primeros de marzo Millán tendrá que haber elegido ya su próximo destino. “Tengo que pensar bien todavía las ofertas que me han hecho las diferentes escuelas. Hablar con más gente y con mis profesores. Es un sueño poder elegir”. Lo único seguro es que será fuera de España. “Sí, es momento de salir al extranjero para ganar más visión y seguir aprendiendo”, dice.

Será una decisión vital que marcará su carrera. “Me va a pedir opinión, pero va a ser la única vez que no se la voy a dar. Es una decisión muy importante y la tiene que tomar él”, apunta Polo.

Para el futuro, Millán tiene otro sueño más, el último. “Me gustaría convertirme en un bailarín principal y poder bailar por el mundo con las compañías que siempre he soñado”, asegura.