Una España ‘apesebrada’: la apuesta electoral de Sánchez

Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"

En circunstancias concretas hacemos alusión a la emergencia de sociedades ‘apesebradas’ en términos claramente peyorativos, hasta despectivos; y con razón, porque con el termino aludimos a aquel grupo más o menos nutrido de personas que viven lisa y llanamente de las subvenciones que reciben, sin producir, aferradas a algún tipo de asignación estatal; en otras palabras, señalamos a quienes se conforman con seguir ‘chupando del bote’. Durante décadas hemos visto este fenómeno en la Andalucía socialista, la del paro extremo y la corrupción voraz, donde se multiplicaban sin final ninguno los estómagos agradecidos; y el agradecimiento era, naturalmente, para quienes desde el poder volcaban el dinero que de todos era sobre los socialistas y aquellos que eran susceptibles de ser ‘comprados’ primero para luego ya quedar mansos y a merced de quienes desde las alturas organizaban el cotarro.

Ésa es la idea que claramente tiene establecida Sánchez y articulada en un verdadero plan de campaña para este 2023: primero para autonómicas y locales y, más adelante, para generales. El presidente del gobierno trabaja con el rumbo claro de conseguir una sociedad siempre a la espera de rebajas, de cheques-ahorro, de alguna suerte de limosna que le ate al que se la arroja.

Es la vía por la que este PSOE, ahora a escala nacional, ha optado (quizá porque ya es la única posible) para mantenerse en ‘el machito’. Esforzarse cada día, con medidas populistas y estériles (más que medidas, ocurrencias y estrambotes) para moldear a una masa de votantes dóciles, serviles, poco dados al pensamiento crítico o al ejercicio de la libertad porque para esa masa moldeada la prioridad será siempre llevarse un plato caliente a la boca, y tendrá miedo, por tanto, de no poder hacerlo algún día.

Es triste pero es la tozuda realidad. La única opción ganadora que maneja el inquilino de La Moncloa para perpetuarse es la de unos votantes devaluados en su raciocinio, acomodaticios, acomodados precisamente en el malestar y la precariedad y la mera subsistencia, y ultra-dependientes de un Estado que primero les expolia y, acto seguido, les tira unas migajas, como los viejos granjeros americanos a sus esclavos negros.

Con frecuencia, el proceso de subdesarrollo económico y de deterioro democrático van de la mano. Con Sánchez así está siendo. Y cada día resta menos para levantarse y pararlo. Quizá para mayo de este 23 ya vayamos un poco tarde.