Tarifa, Bolonia, Caños de Meca, Vejer y Arcos de la Frontera. Por donde sople el viento

Cuánto antes te acostumbras, mejor. Viajar en Autocaravana es vivir en el mundo de las sorpresas, los cambios y las incertidumbres constantes. No pasa absolutamente nada. Al contrario, el viaje se convierte en pura magia. Sólo tienes que dejarte llevar y adaptarte.

Salimos el pasado viernes desde Benidorm en dirección sur. Ni estaba programado el viaje, ni teníamos claro el destino. Recordamos con mucha alegría lo bien que lo pasamos en los 80 kilómetros que hay entre Tarifa y Chiclana. Un paraíso en la tierra. No sabríamos definir cuál de todos es el mejor destino, la mejor de sus playas, el más mágico de sus rincones.

Pero mira por donde, un inesperado contratiempo, habitual en la zona pero novedoso para nosotros, nos ha cambiado los planes. Por nuestra parte, sin problemas, el viaje sigue siendo mejor que el destino, pero para la zona, la ruina del mes de julio. Se llama viento de levante.

Llegamos a Tarifa el viernes noche y, de inmediato, sufrimos la tempestad. Vaya madrugada, pensábamos que el freno de mano no sería suficiente para mantener la Autocaravana pegada al suelo. Alucinante.

Nos despertamos temprano porque queríamos coger un buen sitio en la playa de Bolonia. Y vaya que si lo cogimos, no había nadie. Que bárbaro este viento y que bien lo conocen por la zona. Toda la inmensa playa, con sus espectaculares dunas incluidas, para nosotros. O para nadie, porque no había manera de tumbar una toalla o bañarse un rato. A falta de pan, buenas son tortas. Con tiempo más que suficiente para caminar, descubrí dos playas escondidas casi vírgenes en dirección hacia Zahara de los Atunes. La de los alemanes, espectacular.

Carretera y manta, Barbate nos espera. Si no podemos bañarnos, al menos podremos pasear, conocer y cenar. Y de nuevo una sorpresa que al final nos supone otro premio. Nuestro parking habitual está en obras. Pues seguimos hacia Caños de Meca, con parada intermedia para recorrer el parque natural que los separa. Vistas de ensueño. 

Fran nos atiende tan bien en su Parking frente al Faro de Trafalgar como habíamos escuchado. Ser amigo del gran Manuel del Parking Bolonia, es lo que tiene. Tercera noche de viento.

Al despertar toca llegar hasta Trafalgar, el segundo Faro más antiguo de España, en caminata semi dunera, para seguir después por el carril bici hasta Zahora, adentrarse hacia la playa entre sus fincas y volver por la orilla de nuevo hasta el Faro. Después de un buen desayuno y una buena ducha, deducimos que visitar así Caños de Meca es imposible. Y advertidos quedamos que hay levante para varios días más.

Es la oportunidad que buscábamos para visitar, por fin, Vejer de la Frontera. Es cierto lo que dicen en cuanto al encanto y embrujo de unas calles medievales que al cerrar los ojos te conducen a la España almohade.

Ha sido la primera noche en la que casi nos toca taparnos para dormir, y con ola de calor amenazando España. Tiene guasa la cosa, verdad?.

Salimos hace cinco días pensando que íbamos a estar diez recorriendo playas, una detrás de otra, desde Valdevaqueros hasta la Barrosa, y camino de Medina Sidonia nos tienes. Bonita ciudad a mitad de camino entre dos lujos para la vista, Vejer y Arcos de la Frontera, destino al que llegamos a mediodía e hicimos lo correcto. Tapear e irnos de cabeza a la playa de su famoso e impresionante lago. Que tarde más auténtica repasando, entre baño y baño, El Libro de los Grandes Viajes, inspirador a más no poder. Si no tienes pensado dar la vuelta al mundo, no lo leas, te puede generar un serio problema. El que avisa no es traidor.

Vuelta hacia Arcos, aparcados en un paraje idílico para las autocaravanas. Tan auténtico que en Park 4 Night hemos dejado la reseña. Y de ahí a patear una villa catalogada entre las más bonitas de España. Un logro muy merecido, sobre todo si la visitas por la noche, con calma, bien acompañado y con la luna llena guiándote.

Ya hemos llegado a Ronda, otra de esas ciudades indispensable, en la que hace ahora 16 años corrí los 101 kilómetros. Que tiempos aquellos...

Bueno, que todo lo que queda ya lo contaré en otro capítulo.