Nadie asume el medio millón de incremento de costes en el Centro Cultural
Leopoldo Bernabeu
El pasado día 26 de mayo se cumplió el tercer aniversario de las últimas elecciones municipales. Cada político tiene su propia forma de evadirse de la realidad que, a su vez, lleva grabada a fuego en su cerebro. Unos dicen que ni recordaban la fecha, otros que sólo están a lo que dicta la ciudadanía, y al unísono cantan eso de que lo importante es seguir trabajando y no fijarse en cuanto queda o deja de quedar. Usted y yo, que los conocemos a todos desde hace demasiado tiempo, sabemos que, con alguna honrada excepción, el 98% está ya con la oreja puesta en todas las puertas donde se decide quine sigue y quien no, muy atentos al que “hay de lo mío”. Y es que se vive muy bien sin pegar palo al agua. Dos mil eurazos por levantar la mano cuatro veces al mes y acudir a unos cuantos actos donde además te invitan a todo…
Sin ánimo de generalizar, sería muy injusto, la inmensa mayoría de los concejales que hoy calientan las 25 butacas del salón de Plenos, estarían encantados de repetir en la próxima legislatura. El que lo niegue, les miente, háganme caso. Pero ese no es el problema. Lo es que un 75% de ellos, dando un benévolo porcentaje, terminará la legislatura y no sólo no habrán abierto la boca una sola vez, sino que brillarán por su ausencia las idea hacía ese colectivo que les ha pagado el sueldo durante 1.461 días.
Ayer vivimos los ciudadanos de Benidorm uno de esos capítulos que nos hacen a todos sonrojar. Hace ya muchos años, tantos que no recuerdo la fecha exacta, siendo Catalán Chana todavía alcalde de la ciudad, al que una moción de censura se lo llevó en 1.991, cedimos a la Comunidad Valenciana unos terrenos en mitad de la avenida de Europa, que hasta la fecha habían venido muy bien como campos de fútbol, para que allí nos construyeran, con nuestros propios impuestos, un Centro Cultural. Hoy, más de 30 años después seguimos sin él, aunque eso sí, cultura de la mala tenemos a puñados desde entonces. Escenas de teatro cutre y barriobajero hemos vivido ya unas cuantas. La última ayer, con un epílogo un tanto berlanguiano que podríamos resumir con algo así como “allí fuimos sin las llaves y esperando nos quedamos”.
Todavía recuerdo cuando en la legislatura anterior, fui el único de 25 concejales que votó en contra del último esperpento que la Generalitat nos proponía, aceptar que nos construyeran sólo una parte. Y dije que no porque imaginaba que algo como lo vivido ayer terminaría pasando. Sé que la memoria es frágil y sólo nos quedan los malos recuerdos, pero si cree que miento, ahí tiene las actas para repasar efemérides. Claudicamos y hoy recogemos las cenizas.
Benidorm ha tenido muy mala suerte en los últimos muchos años. Cada vez que en la ciudad gobierna el Partido Popular, son los socialistas los que cortan el bacalao en las Cortes Valencianas, y viceversa. Pero eso no debería ser un argumento sólido si estuviéramos en manos de personas con sentido común, y no por vividores fracasados que han encontrado en la política la puerta de entrada hacia un paraíso que jamás habrían alcanzado en la empresa privada. Podría ahora añadir eso de “Disfruten lo Votado” y terminar aquí, pero hoy no…
Son tantas las veces que el Gobierno valenciano nos ha engañado con esta obra, como las que nos ha toreado con las del Instituto Pere María Orts, o las que lleva negándonos los documentos para iniciar el desarrollo del polígono industrial, o el anunciado centro de salud del rincón, o los casi 40 años de promesas a todos los vecinos de la comarca con la ampliación del hospital y/o construcción de uno nuevo. Las mismas que el gobierno central nos lleva engañando con la nueva comisaría que nunca llega o los años que lleva Ortiz riéndose de todos con la Estación de Autobuses. Se ríe del Hércules C.F. delante de la cara de todos los alicantinos, que no va hacer con los benidormenses.
¿Qué nos queda a los periodistas?, escribirlo. ¿Sirve para algo?, no, ¿y entonces?, pues oiga, yo al menos me desahogo y cumplo con mi parte, denunciándolo. Lo intenté como concejal y todos me arrinconaron. Defendí los intereses de mis vecinos diciendo No a una propuesta surrealista que no era más que un nuevo engaño y hoy el tiempo me da la razón. Como también me la dio hace años con la avenida del mediterráneo, la sub-zona C o la zona industrial. ¿Qué más da?, sólo queda en la memoria lo que nos titulan en los medios.
Pues ahí tenemos el resultado. La Generalitat vendió nuestros terrenos en la zona de Terra Mítica, se embolsó 24 millones de euros, nos dijeron que al menos 12 eran para terminar la mitad del Centro Cultural, el alcalde Toni Pérez aceptó. El presidente Puig ha venido no menos de 4 veces desde 2016 a supervisar unas obras que sólo tienen movimiento unos días antes de que él venga. Estamos a mitad de 2.022 y no sólo no está finalizada esa parte, sino que, y aquí está la noticia, se les revienta una tubería por dentro, se la dejan abierta 4 días, se inunda todo y se caen los techos por dentro. Por supuesto nadie nos da la noticia, nadie quieres hacerse cargo del medio millón de euros de coste adicional y nos venden la película como una pelea de gallos a ver quien tiene más gordas las venas del cuello.
La Generalitat, en un órdago de cinismo sideral dice que es el ayuntamiento quien no quiere saber nada de la obra, y el alcalde de Benidorm se planta en la puerta de la obra con los técnicos esperando a ver si vienen a darle las llaves para después darles en los morros con la ruina de obra que han hecho. Benidorm, Benidorm, Benidorm, tierra de luz y alegría…