Los españoles han despertado, por fin
Leopoldo Bernabeu
En esto del análisis político existen tantas posibilidades como colores tiene el abanico. En menos de 48 horas, las que todavía no han pasado desde el inapelable éxito del Partido Popular en las elecciones andaluzas del pasado domingo, he leído tantas como, insisto, colores tiene la paleta de cualquier acreditado pintor.
Pero para mí, humilde juntaletras donde los haya, el más importante, clamoroso, entusiasta, sorprendente, enigmático y, sobre todo, esperanzador, es 48 horas después, el mismo que me rondó por la cabeza desde el mismo momento en que vi el panel de resultados pasadas las diez de la noche del domingo, justo después de ver como Carlos Sainz hacía un carrerón en Canadá y Fernando Alonso nos volvía a dejar, una vez más, con la miel en los labios.
No me hizo falta ver el posterior crecimiento en diputados del PP, hasta esa cifra que ni el propio Juanma Moreno se creía, mayoría absolutísima de 58 diputados, para darme mi merecida bofetada de realidad y salir, por fin, de mi ya duradera incredulidad. Reconozco, lo he comentado alguna que otra vez por aquí, que había perdido la esperanza en la capacidad de los españoles por reaccionar. Hacía meses, sino años, que no entendía como es posible que siguiera habiendo una cantidad tan importante de la sociedad que pudiera seguir confiando en esta caterva de malhechores que tanto daño le han infringido a nuestro bienestar social, a nuestros éxitos colectivos, al trabajo y la forja de nuestros antepasados en la consecución de una memorable forma de gestionarnos y respetarnos después de haber vivido una guerra civil y sus posteriores consecuencias.
Y aun con todo ese éxito, esa mayoría absoluta de un Partido Popular que jamás lo había conseguido en esa Andalucía cauterizada a los propios relevos de un socialismo corrupto y dictador que ha comprado la voluntad de esa importante región durante más años que los que gobernó Franco, sigo sin entender como es posible que haya casi 1 millón de personas que han vuelto a votar a quienes se ríen de nosotros en nuestra cara a diario, a quienes son capaces de destruir nuestros valores y principios con tal de seguir dos días más en el poder.
Aplaudo el vuelco mental de una comunidad en la que casi nadie confiaba que eso llegara a pasar, pero mantengo que el hecho de que el Psoe haya conseguido 30 diputados, aun siendo el peor resultado de su historia, es algo bárbaro si lo contextualizamos con el daño permanente que han hecho en esa región y el que cada día hacen al futuro de todos los españoles y el de las próximas muchas generaciones. Me sigo preguntando que más tiene que pasar para que ni un solo ciudadano deposite su voto a un personaje, o los adláteres que el determine, llamado Pedro Sánchez.
Durante un tiempo defendí su coraje al enfrentarse a la maquinaria de su partido y ganarle la batalla a los barones que lo dilapidaron. Aplaudí que le ganara la secretaría general al aparato. En mi hemeroteca está, por si alguno duda de lo que digo. Ahora bien, desde el primer minuto que empezó a gobernar sospeché que habíamos caído en las manos de un narcisista imberbe con connotaciones peligrosas. Durante meses creí que era por su inconsciencia e incapacidad, su desconocimiento de lo que se traía entre manos, por su precipitación por alcanzar un poder para el que no estaba, ni mucho menos, cualificado.
Desde hace un par de años, tengo muy claro que es maldad el líquido que le corre a este sujeto por las venas. No hablo de ideología, no hablo de socialismo, hablo de Pedro Sánchez. La retahíla de actuaciones, en contra de todos los valores que a tu mente vengan en este momento, de todas las administraciones del Estado en las que ahora estés pensando, y el deterioro ocasionado por su más absoluta inconsciencia, me ha convencido de que estamos en manos de un tipo capaz de conducir a la sociedad española a lo que hoy es Venezuela o Cuba. Y no estoy exagerando un ápice. Es más, sino lo ha conseguido ya es porque dependemos de la Unión Europea.
Desprestigiar a la Monarquía, a las fuerzas y cuerpos de seguridad, a la justicia, soltar a los golpistas independentistas, permitir que los bilduetarras entraran en el cni, someter a los niños catalanes a la imposibilidad de estudiar en español. Es tal la cantidad de barrabasadas que este personaje ha consentido, tolerado y alentado, que insisto, se me hace imposible entender como puede haber gente en este país que le siga confiando su voto. El único resquicio de explicación puede estar en el haber aceptado como sociedad la relajación de nuestras obligaciones, admitiendo la subvención constante como método de supervivencia, lo cual es reconocer que aceptamos pasar de una sociedad liberal a una comunista, a la vuelta de esa ideología bolchevique que sembró de ruina y terror el siglo anterior.
Es por tanto que mi infinita alegría no lo es tanto por el hecho de que el partido Popular del moderado y sensato Juanma Moreno haya conseguido esa mayoría absoluta. Lo es más porque el hecho haya acontecido en la comunidad que más años ha estado bajo el yugo de esta izquierda amenazadora y corrupta. Es la prueba de que el vuelco es un hecho y es la constatación de que Pedro Sánchez es historia. Él lo sabe, pero que nadie se haga ilusiones, no va a dar un solo paso atrás, ya lo vimos ayer. Sabe que su tiempo está marcado y lo va aprovechar hasta el último minuto. El único atisbo de esperanza es que los barones, aquellos a los que en 2016 critiqué, lo vuelvan a tirar de la secretaría general y sus propios diputados en el congreso le quiten la confianza. Algo harto complicado, porque como todos sabemos bien, la mayoría de los que hoy ejercen la política son unos paniaguados sin oficio ni beneficio, y se está muy bien a la sopa boba, cobrando 6.000 eurazos del ala sin hacer nada, y sabiendo además, que una vez dejen de ser diputados les esperan dos años más de un paro que ya quisiera cualquier españolito que lleva toda la vida trabajando y cotizando.
No perdamos la esperanza, tal y como hice yo, y ahora sí, pongamos cada uno nuestro entusiasmo en alentar la salida de este cafre de la Moncloa. Año y medio más con este psicópata enfermo de poder, megalómano fuera de control, no aguantamos. Lo sabemos todos, socialistas de bien incluidos.
Mientras tanto, disfruten lo votado.