La playa de Los Escullos en el Cabo de Gata nos recuerda y enseña a disfrutar de Autocaravana Vivir

La playa de Los Escullos en el Cabo de Gata nos recuerda y enseña a disfrutar de Autocaravana Vivir

Aunque sea muy corto, como en esta ocasión, el espacio de tiempo que puedas vivir en una Autocaravana, nunca se ha de perder. Un fin de semana largo después de casi 3 meses añorandola, es suficiente para destapar ese espíritu vital que la rutina va tapando hasta que casi atraparla.

Trabajar en lo que te apasiona apacigua el alma, pero como viajar en una casa con mil destinos, nada es comparable. Mejor mil estrellas bajo el cielo que cinco en cualquier hotel. 

Nuestro destino era la Isleta del Moro, en el Cabo de Gata. Mira por donde, la primera en la frente. Nuestro recuerdo nos llevó hacia una calita curiosa rodeada de varios restaurantes que nos dejaron buen sabor de boca en nuestra primera salida larga hace ya dos años. Otro cerebro arruinado tuvo la feliz idea de poner un gálibo que impide la pernocta de nuestra aliada. Sin problema, ellos se lo pierden. Tres días de comidas y cenas que gastaremos donde seamos recibidos con los brazos abiertos. Justo al lado, en la playita de Los Escullos.

Intentar dormir junto a la arena, golpeados de manera constante por el sonido de las olas que rompen y bajo el influjo de la luna llena en un viernes 13 y con nadie a quien gritarle tu infinita felicidad, tiene su miga. Prueba superada. 

España es inmensa y sorprendente. Algunos españoles todavía tienen mucho que aprender de nuestros vecinos alemanes, franceses y portugueses. Ponerle barreras al turismo es como ponerle puertas al campo, inútil y un error que se termina pagando.

El sábado comienza con sol, viento, olas y la amenaza de una rica comida junto al mar. En lontananza la Isleta del Moro nos observa sin comprender, mientras nosotras la miramos con pena.