La debilidad de Vladimir Putin

Uno de los motivos que provocó la caída de la Unión Soviética (entre otros muchos) fue la calamitosa situación económica que se derivó de la carrera armamentística frente a Estados Unidos. Los americanos la soportaron, pero la fragilidad de la URSS provocó una situación insostenible.

Ya han pasado tres décadas desde aquellos episodios, y el hombre que ahora manda en Moscú ha decidido invadir un país vecino y enfrentarse a la comunidad internacional. Dispone de la fuerza militar necesaria para hacerlo, aunque la resistencia de Ucrania demuestra estos días que la maquinaria bélica rusa es fuerte, pero no tanto. También dispone de la gallina de los huevos de oro: el gas y el petróleo. Sin embargo, el autócrata del Kremlin gobierna un país mucho más débil de lo que él quiere asumir públicamente. Su sistema económico es precario y puede saltar por los aires si las sanciones que han establecido los países occidentales se mantienen en el tiempo.

El bloqueo al que están sometidas las finanzas rusas no es completo, pero es durísimo. Y, desde luego, no resultará gratuito, porque buena parte de las reservas del país están paralizadas y no se pueden utilizar para realizar transacciones. El rublo ya es una divisa inservible. Si el conflicto se alarga, hay riesgo de hiperinflación, y eso supondría el empobrecimiento de una población que ya ha sido castigada por problemas económicos en los últimos años. El Producto Interior Bruto de Rusia se puede hundir a partir de este momento.

Es cierto que Vladimir Putin cuenta con la opción de responder a esas sanciones cortando a Occidente el grifo del gas y del petróleo. Pero es igual de cierto que si no vende esos productos, que es casi lo único que puede vender, tampoco ingresa. Sí está en condiciones de derivar la venta hacia China, pero desde Pekín no llegan a Moscú mensajes de entusiasmo con lo que ocurre en Ucrania. No es fácil que Xi Jinping vaya a abandonar a su suerte a Putin, pero tampoco se va a suicidar con él, y China ya es muy poderosa por sí misma, sin necesidad de otros aliados. Todo tiene un límite.

El gran riesgo es que la desesperación ante una posible derrota en Ucrania o ante una catastrófica situación económica en Rusia lleve al tirano de Moscú a ir todavía más allá en su huida hacia delante. De momento, Putin ya tiene el triste privilegio de unirse a personajes como Slobodan Milosevic, para quedar ambos en la historia como aquellos que devolvieron a Europa imágenes como las de la Segunda Guerra Mundial. Milosevic lo hizo en los Balcanes en los años 90. Ahora, en 2022, Putin nos retrotrae a épocas que solo deberían quedar para la memoria en los libros de historia o en los documentales televisivos.

Vicente Vallés  

Periodista