El miedo, la herramienta más poderosa que existe. Leopoldo Bernabeu
Leopoldo Bernabeu
Qué difícil es escribir sobre determinadas cosas. El temor llega hasta la punta de los dedos cuando parecen por fin decididos a teclear. Es tanta la información que satura nuestras vidas con el maldito Covid, que digas lo que digas de nada va a servir. Ya me conformaría con que alguno lo leyese. Yo no lo haría y de hecho hace tiempo que no lo hago. Ni siquiera veo los telediarios, antaño sagrados para alguien que se dedica a esto del periodismo y tiene la obligación de informar con rigurosidad. Si acaso, esta podría ser la conclusión acerca de la reflexión que ha motivado mi atrevimiento.
Creo que este caos, esta locura, esta saturación informativa, forma parte de algún vademécum muy bien pensado, que nos ha llevado hasta el terreno que ahora pisamos, la desorientación y el hartazgo más absolutos.
Llevo varios días que, no sólo he levantado el veto a la información concerniente al dichoso virus de los cojones cuando me pongo delante del micrófono, sino que, también para no perder el hilo y por temor a que me llamen cualquier cosa, le doy prioridad informativa como ordenan los cánones del buenísmo establecido.
Con la salvedad, todo sea dicho en mi descargo, que me ha dado por intentar reflexionar más allá de la mera lectura de titulares, lo máximo a lo que podemos aspirar los juntaletras de pueblo.
Hemos llegado a la fase en la que determinados países y regiones, Gran Bretaña y Cantabria por ejemplo, se ponen de acuerdo en reconocer que el famoso y neonazi pasaporte covid no sirve para nada y deciden abolirlo. Lo jodido es que sí ha servido para algo, para amargar la vida a muchos y terminar de arruinarla a otros tantos. ¿Va ahora alguien a pedir disculpas o reconocer que tenían algo de razón aquellos que se negaron a seguir contribuyendo a la sinrazón?.
Los ingleses van un paso más allá, paso preliminar de lo que terminará pasando en todos lados y que antaño llamábamos aplicar la lógica, y anuncian la supresión de las ridículas cuarentenas.
¿Han escuchado alguna vez eso de ponerle puertas al campo?, además de la histeria colectiva, ¿se han parado a visualizar los datos que cada año deja la gripe en España tanto en contagios como en fallecidos?, seguro que no. Si lo hubiéramos hecho, veríamos que son casi clavados a los que está dejando esta variante llamada Ómicron, y que algunos insistimos en llamar gripe. Eso sí, en tono bajito y con la boca pequeña, por si nos linchan como a ratas aquellos que, sin saberlo, representan el inmenso ejército de absurdos que hacen el juego a los que decidieron arruinarnos la existencia y están cerca de conseguirlo.
Y mientras escribo esto que he visto hoy, en los mismos diarios pero en distintas páginas, mi asombro crece al leer primero que la incidencia baja por segundo día consecutivo y después que los contagios no dan tregua y se duplican en 24 horas, ¿cómo se te queda el cuerpo?, ¿bárbaro, verdad?. Yahí no termina la cosa, porque continúo y me encuentro otro pasaje en el que los médicos reclaman que se restrinja aforos en la hostelería y se limite el horario en el ocio nocturno. ¿Pero no acabamos de decir que prescindimos del pasaporte covid porque se ha demostrado que no ha servido para nada?.
¿Tienen o no razón los señores de la hostelería cuando dicen que son objeto de persecución?. La ola de contagios es tan imparable como cada invierno lo es siempre la gripe, hasta hace poco llamado resfriado. Lo que sí es novedad es el aumento del deterioro de la salud mental en una cantidad desproporcionada de gente y la situación de tristeza que nos invade ante un tema que, cada vez más, da la sensación que se nos ha ido de las manos y nos enfrenta.
Creía que el mundo desarrollado lo estaba de verdad. En absoluto, seguimos siendo ganado analfabeto incapaz de opinar por cuenta propia. Hacemos caso como borregos a todo lo que se nos quiere inocular, vacunas incluidas.
No estamos más avanzados que nuestros antepasados, simplemente nos habíamos acostumbrado a vivir mejor haciendo mucho menos. De ahí que seamos tan fáciles de manejar. El miedo, la herramienta más potente que existe, muy por encima del dinero y del poder, es el verdadero virus que nos han transmitido y contra el que no sabemos luchar.
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