Del Lago glaciar de Sanabria a la Ribeira Sacra y sus Bosques Mágicos. LEOPOLDO BERNABEU

¡Cuánto se aprende al viajar! y que pequeño e ignorante puede uno llegar a ser. Con la tensión de saberme en mitad de un prado, rodeado de montañas nevadas y con un lago que en su día fue glaciar haciendo guardia toda la noche, inicio el rutinario camino matinal con la incertidumbre de si estarán o no las vacas a mi lado, ese ganado inofensivo que asusta verlo tan de cerca. Con esa bendita inexperiencia y la luz de la luna llena que todavía perdura y me acompaña durante los primeros pasos, salgo de Autocaravana Vivir hasta alcanzar un Rivadelago Viejo que todavía duerme, dejando entrever el perfil de su imperial laguna gracias a los primeros claros del amanecer.
Sin tanto frío como en La Puebla de Sanabria, recorro todo el perímetro de esa imponente obra de la naturaleza con 53 metros de profundidad y más de 3 kilómetros de largo, hasta la carretera que inicia la subida a la otra laguna, la de los peces. Una perfecta manera de iniciar otro día distinto, de los que quedarán en la retina. Y ahora sí, justo al regresar, un inmenso rebaño de vacas cruza por delante nuestra dejando tras de sí tanta paz como majestuosidad. Punto y final a otro destino al que seguro regresaremos, pues son varias las rutas circulares que nos quedan por descubrir.
Damos paso al siguiente y bendito dilema, ¿y ahora qué?. Esa irreal ruta de lugares garabateados sobre un papel antes de partir de Benidorm, tenía su punto y final en este lago. Una i griega se nos cruza de golpe en el destino. Las Médulas junto a Ponferrada en el Bierzo nos llaman la atención, pero justo a mitad de camino, a la altura de A Rúa, donde se bifurcan los caminos y a la misma distancia, otro renombrado lugar turístico nos lanza su aviso, siente celos y quiere que lo visitemos, la Ribeira Sacra.
Ya estamos en Galicia y Monforte de Lemos nos recibe con los brazos abiertos, en una coqueta área bien habilitada para autocaravanas junto al río Cabe. Llegar, parar, comer y caminar. La fortaleza medieval en lo más alto de la ciudad, con su Torre del Homenaje, el Monasterio benedictino de San Vicente del Pino y su Palacio Condal, hoy Parador Nacional, nos invitan para disfrutar unas espectaculares vistas circulares. Pasear por sus puentes, recorrer sus medievales calles y degustar el que dicen mejor pulpo de Galicia, en la pulpería Os Chaos, son las guindas que coronan un día que termina como empezó, de manera espectacular.
Nada tiene que envidiar el paseo junto al margen del río, con la niebla baja y las luces a medio gas, a esas escenas del viejo Londres de Jack el destripador. Es entonces cuando nos encontramos la mejor foto, la que da lustre a este nuevo reportaje
Volver a madrugar y recorrer durante horas varios de los Concellos que rodean Monforte, vale la pena.
Se nota que caminas por Galicia, en la frontera que entrelaza de manera continua a modo de nudo las provincias de Orense y Lugo. Cuatro son las rutas que nos proponen para realizar en esta inmensa comarca que es la Ribeira Sacra, a punto de ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Hace falta más de una semana para ello y nos decantamos por los Bosques Mágicos de Castro Caldelas. No nos equivocamos. El silencio que se respira cuando caminas por los senderos alfombrados con las hojas caídas y las ramas de los grandes árboles llenos de verde musgo, que parten en mil pedazos los rayos del sol, delimitan los mágicos momentos que te acercan, si la imaginación lo permite, a las meigas gallegas y a los duendes que esperas ver en cualquier momento. No dejes que te lo cuenten.
Nos recomiendan hacer unos pocos kilómetros para comer como príncipes a precio de mendigos. El Restaurante Valilongo en A Teixeira confirma los mejores presagios. Es todo tan casero que nos hablan en gallego, y nosotros encantados porque la fabada no entiende de idiomas, y la carne posterior menos todavía. Los postres están tan ricos que necesitan de reposo… y sacarina en el café, para compensar un poco la conciencia.
Todavía es pronto y queremos ver mucho más. El mapa dice que Las Médulas, esa pequeña pedanía situada en el Bierzo a pocos pasos de Ponferrada, y con la que estamos en deuda moral, nos está esperando. Y aquí estamos, aparcados y con el tiempo justo para situar nuestra ruta de mañana antes de que caiga la noche, nos rodee el frío y os escriba este artículo que, espero de verdad, os haya gustado y apartado durante 10 minutos de la cotidiana rutina. Ser felices.