Benidorm y su turismo vencerán a la ceguera antisistema

Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"

¡Hasta ahí podíamos llegar! Cuando un movimiento, político o de la naturaleza que fuere, carece de respeto por su país, por sus mayores, por su turismo y por todos aquellos que tienen la capacidad de generar riqueza… pasa lo que pasa. Con más que sobradas razones, los hoteleros de Benidorm están en pie de guerra contra la ministra Belarra por pretender arruinarles con el Imserso y burlarse de ellos al incumplir los precios de un servicio que forma parte no sólo de la historia de España y una cultura de respeto y agradecimiento respecto de nuestros jubilados, sino que se instituye en una columna más de nuestro tan gastado ya Estado del bienestar.

Que una casta privilegiada, como hoy la política en España, siga elevando y elevando sin techo ni cielo el gasto puramente burocrático y de asesorías en descarada clave de amiguismo y actúe con un profundo sentido de la injusticia y soberana tacañería a la hora de revisar al alza los precios (con una inflación disparada) ligados al programa del Imserso es, sin ambages, una auténtica canallada. No sólo un error sino una muestra de ceguera y de insensibilidad inaceptables por parte de quienes, medida tras medida, nos acercan a la ruina mientras ellos se blindan con los impuestos que nos arrancan y que salen del sudor de la frente de nuestros empresarios.

El Imserso es un éxito después casi de medio siglo. Benidorm tiene rincones encantadores, ha sabido mantener la esencia de lo mediterráneo, ha conjugado la arquitectura de pescadores con la de rascacielos, ofrece al visitante postales panorámicas únicas en Europa, huele en sus kilómetros y kilómetros de playa a genuina brisa marina, se abre a un sinfín de actividades para la diversión de día y de noche, se ha orientado a todos los gustos y edades y nacionalidades, ha sabido trabajar una propuesta gastronómica variada y rica… y todo eso, que no es moco de pavo, junto a otra serie de rasgos simbólicos y de éxito, es algo que en conjunto han trabajado con su empeño y con su talento, con sus horas de sacrificio y sus sueños, sus empresarios: pequeños, medianos y grandes.

Es de una ingratitud, de una miseria, de una pequeñez de espíritu inconcebible que el Estado le pretenda tacañear a nuestros mayores su vino, su menú y su wifi gratis. Resulta simplemente sonrojante.

Pero tiene otra dimensión, más material que formal, y totalmente inaceptable, y no es otra que el hecho mismo de que un gobierno entregado a dilapidar el dinero público en dispendios inimaginables y sinecuras de toda índole se aplique hurtándoles el céntimo a quienes son, desde sus hoteles y restaurantes y locales de ocio, la viga maestra de nuestro turismo.

Una cosa es clara, eso sí: aquél, antes o después, dejará de asfixiarnos y desgobernarnos. Éstos, ocurra lo que ocurra con el Imserso y su hoy nefasta gestora Belarra, saldrán adelante con sus negocios y se elevarán como lo hacen las grandes torres que dibujan un skyline único e irrepetible, y que forma y seguirá formando parte de la memoria emocional de millones y millones de españoles.