Adelanto de Elecciones 23J: España ante la previsible ola conservadora

ALFONSO MERLOS

PRESIDENTE DEL GRUPO ‘EL MUNDO FINANCIERO’

De una manera abrupta y casi totalmente inesperada, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, ha convocado elecciones generales para el próximo 23 de julio, adelantando las que tenían que celebrarse en diciembre, agotando una legislatura que ahora queda interrumpida. Este golpe de timón obedece a la derrota sin paliativos que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), del que es secretario general, padeció en las elecciones regionales y municipales del pasado 28 de mayo.

Así las cosas, el escenario en España se presenta muy favorable para la llegada al poder de la alternativa conservadora, representada hoy por el Partido Popular (más moderado y reformista) y por VOX (una derecha de corte más clásico y directo).

Con las miradas puestas en el nuevo ciclo político que puede abrirse en España el podría considerarse una ironía o un fenómeno simplemente inexplicable que el Partido Popular (el más votado), que se ha pasado años lamentando, cuando no denunciando que todos los partidos le hacían de manera continuada el vacío político y le impedían gobernar si no alcanzaba la mayoría absoluta, ahora, con la consolidación innegable de VOX, a ese aliado deseado, tan echado en falta durante tanto tiempo, le ningunee y estigmatice. ¿Por qué?

Lo cierto y verdad es que Santiago Abascal, el líder de VOX, ha conseguido probablemente algo en lo que poco se está reparando: no que su formación se haya disparado electoralmente con actuaciones e iniciativas valientes y arriesgadas sino la posibilidad real y cercana de la apertura de un ciclo de estabilidad institucional para España. El que necesita.

Se equivoca Alberto Feijoo, el líder del Partido Popular, si acomete una estrategia de aislamiento o marginación de VOX. Por dos razones: la primera, porque será imposible que el Partido Popular consolide gobiernos con concejales o diputados exclusivamente propios, de su color. La segunda, y de una importancia muy superior, porque estará despreciando en paralelo a millones de votantes, los suyos, que comparten un 80% o un 90% de lo que VOX lleva en su programa político.

No. El que el Partido Popular actúe de la mencionada manera, en modo alguno puede considerarse un gesto de reafirmación, de seguridad. Tampoco ni siquiera puede interpretarse en clave de soberbia; sería un disparate, porque el 28M, el Partido Popular ni ha barrido ni ha arrasado nada ni a nadie, y su previsible tsunami se ha quedado en fuerte marejada.

En el fondo, esta errática actitud que asoma se debe a los complejos de siempre de un centro-derecha moderado y reformista que teme más que al hambre que se le identifique con unas políticas radicales, extremistas o reaccionarias como las que en el propio Partido Popular piensan equivocadamente que representa VOX.

No, VOX no es el enemigo ni el adversario. Es (hoy aún más), la derecha indispensable. Y de que el Partido Popular se entere y lo admita mirando más allá de su ombligo dependerá, exactamente, la estabilidad institucional de España, al menos, para el próximo lustro. Aún no lo es, pero la ola conservadora ‘debería ser’ imparable.